Opinión

Al César lo que es del César

Al César lo que es del César

No soy amigo del aplauso fácil ni busco tampoco que me regalen los oídos. De los demás espero lo mismo, que no anden por sus oficios en la búsqueda del simple halago

Me dicen que escribo poco últimamente. Me cuentan que entro poco a dar mi opinión y digo poco. Por el contrario yo a diario veo que la gente habla cada vez más, opinan cada vez más; y lo hacen como el que está por encima del bien y del mal, como el que tiene respuesta y solución a todo, a cualquier asunto o problema que se plantee. Y no hay nada que me enfurezca más aunque yo siga guardando silencio. Sigo observando y callando. Sucede que mientras observo me doy cuenta que los mismos que parece que no tengan límites a la hora de largar por la boca, prefieren sin embargo mantenerse en segunda línea; a la vez que son valientes en eso de dar su parecer según estén o no delante de ellos ciertas personas.

Porque todo el mundo ve mejor los toros desde la barrera y cualquiera puede dar su opinión a toro pasado. Pero una cosa bien diferente es encontrarse en el ruedo frente a frente con el astado, con unas condiciones determinadas y en el momento preciso.

Ha transcurrido ya un año desde la última vez que salió de las urnas un gobierno municipal y todavía queda mucho por delante. Es evidente que se han hecho cosas y se le ha dado solución a diversos asuntos, pero todavía quedan cosas por hacer. Dicen que hemos pasado lo peor pero eso quien lo sabe. Por eso pienso que ahora tenemos la oportunidad de seguir haciendo las cosas bien y de hacerlas incluso mejor. Hemos optado por un camino hace unos años teniendo claro que sería el mejor para nosotros, por eso ahora se trata de seguir caminando hacia el mismo rumbo, pero prestando si cabe más atención a cada paso. Se trata de seguir trabajando con las mismas ganas que hasta ahora, pero poniendo si cabe más pasión en ello.

No soy amigo del aplauso fácil ni busco tampoco que me regalen los oídos. De los demás espero lo mismo, que no anden por sus oficios en la búsqueda del simple halago. Aunque al césar lo que es del césar y por ello es bueno reconocer los aciertos de los que nos dirigen, y no es noble echar tierra por encima a cualquier decisión tomada por ellos. Porque lo peor es sembrar el odio en tiempo difíciles. No es bueno mentir sobre los resultados obtenidos gracias al esfuerzo de los que trabajan ni intentar poner en su contra a los demás con falsas acusaciones. Una oposición bien hecha es aquella que evita todo esto y en su lugar ofrece su cooperación.

Lo más duro del camino siempre es la parte que todavía no hemos recorrido. Por ello vuelvo a insistir en lo mismo: no conviene que bajemos la guardia ahora.