Les aseguro que no es mi intención hablar en nombre de nadie, ni tan siquiera en nombre de aquellos que puedan pensar como yo o ser más afines con mi ideología. Como tampoco es mi intención caer en un discurso de carácter demagógico, con cierto sabor a rancio, donde se pretenda mostrar la cara más débil de una parte de la sociedad. Tampoco pretendo ser abanderado de ningún movimiento o iniciativa, invitando a que firmen conmigo cuantos más mejor, para conseguir aquello que deseo. Lo único que me mueve a escribir en estos instantes es hablar en mi nombre, decir lo que pienso sobre algo que me afecta a mí (como a muchos otros) y exponer mi cabreo.

Formo parte de una sociedad, la española, que está compuesta por casi cincuenta millones de ciudadanos. Más en concreto soy parte de esos casi veintitrés millones de varones que vivimos censados en el país. Vivo en Andalucía pero antes lo hice en Galicia, tierra en la que nací y de la cual me siento muy orgulloso. Pero sobre todo soy Español. Digo esto porque da igual donde uno nace o donde le ha tocado vivir, como debe dar igual también si uno es hombre o mujer. En un mundo donde hoy en día se tiende a globalizar y eliminar barreras lo erróneo sería pretender levantar nuevos muros o crear fronteras.

Fui educado en el respeto a los demás y en la concienciación de la necesidad de cumplir las normas. Siempre me han dicho que poseía derechos, los cuales eran proporcionales a las obligaciones que también tenía. En el uso de mi libertad de pensamiento opté por unas ideas y defiendo mi elección, pues como no me considero estúpido pienso que es la mejor. En el ejercicio del respeto que debo no discrimino a nadie por tener otra opción ideológica, ni lo desprecio, ni lo descalifico; lo que no quita que cada día aguante menos las descalificaciones que muchas veces siento por parte de otros.

Dentro de la que ha sido mi elección política no me gusta todo lo que veo y me gustaría que se pudiera trabajar para corregirlo. Porque estoy seguro que hay muchos que se ven en mi misma situación, a pesar de insistir en que hoy no vengo a hablar en su nombre sino tan solo en el mío. Y así cuando trabajo por defender aquello en lo que creo, después me siento un poco imbécil al ver que otros corrompen mis ideales con su actitud y su manera de obrar. Me parece vergonzoso, indecente e inmoral el beneficio que algunos sacan presumiendo de deslealtad a sus compañeros de siglas. Me  parece totalmente ruin la actitud obscena que solo unos cuantos mantienen, manchando el honor de la mayoría de los que estamos dentro de un mismo partido. Es más, me parece un ataque directo a la democracia y a la libertad el simple hecho de que existan corruptos a cualquier nivel.

Por ello y en defensa de los derechos de todos, en amparo de la libertad de pensamiento y de la honorabilidad de todos los ciudadanos españoles, pido tolerancia cero contra la corrupción.