La tragicomedia se traduce como una situación o acontecimiento en que se mezclan lo trágico y lo cómico. Esta definición alcanza un nivel prodigioso, casi impensable, en la obra de teatro que aterrizó en el teatro Florida en la noche de este sábado.

El actor Manolo Medina, acompañado del gran Miguel Caiceo y de Eva Santamaría, dirige y protagoniza una obra de teatro en la que lleva a la escena su propia vivencia personal con la que supo y pudo hacer frente a la enfermedad de Alzheimer de su padre.

Un argumento en el que la hija y el nieto de un viejo humorista pasan por el tamiz del humor cada una de las situaciones vividas por su pérdida de memoria. Un guiño cómico, un casi retorcido recurso anímico, con el que ambos consiguen hacer más llevaderas las difíciles circunstancias de una enfermedad que suele llevar a la tristeza como inseparable compañera de viaje.

Una obra de teatro que dejó muchas risas este sábado en el patio de butacas del Florida, pero que también dejó mucha moraleja, mucha ternura, mucha filosofía de vida y mucha inteligencia emocional. La que lleva a la conclusión de que si el Alzheimer es capaz de hacer borrar la memoria de las personas, hay algo muy poderoso, como es la sonrisa, que nunca podrá borrar.

El siempre certero objetivo de Tomoyuki Hotta estuvo allí para inmortalizarlo.