Cultura

El cante toma la palabra en una noche con mucho sabor jerezano en el María Cristina

El cante toma la palabra en una noche con mucho sabor jerezano en el María Cristina

Como viene siendo tradición, el Encuentro Internacional de Guitarra Paco de Lucía dejó su sitio en la noche de este viernes al cante, apostando este año por jóvenes voces cantaoras que reclaman su sitio en la palestra flamenca. Lela Soto, Rafael del Zambo e Israel Fernández fueron, por ese orden, demostrando los particulares valores que cada uno representa en el escenario actual del cante, adobados por el jerezanísimo sabor de las sonantas de Diego del Morao y Manuel Parrilla y el compás infalible de Pirulo y Marcos Carpio.

Arrancó la noche Lela Soto por granaínas, muy templadas, con mucho gusto y afinación, con las que fue calentando a un público frío que aún estaba tomando asiento. La madrileña siguió su recital tirando de uno de los sellos de su saga familiar, los Sordera, paseando su cante por unas bulerías por soleá en las que comenzó acordándose de la Moreno, y donde se manejó con la suficiente destreza para ir metiendo el compás en el cuerpo al respetable. Ajustada y correcta, Lela Soto se fue sintiendo cada vez más a gusto y se detuvo en unos tientos que remató por tangos. Cerró por bulerías, que remató ya sin micro aflamencando la copla Triniá.

El momento más cabal de la noche llegaría con Rafael del Zambo en el escenario. Acompañado de un Manuel Parrilla ajustadísimo al compás y con el viejo sonido del maestro de San Miguel en las cuerdas, Rafael arrancó con unas bulerías por soleá impecables en la ejecución y brillantes en la transmisión. El portento de su voz y los redaños que le echó al cante de principio a fin demostraron la escuela y la bandera de un cantaor joven que vino a la noche del parque a defender las esencias de la tradición y la jondura flamencas. No defraudó en ningún momento del recital, que prosiguió con unas siguiriyas de marcado sabor jerezano y en las que estuvo a gran altura, doliéndose a compás y rebuscando los sonidos negros en los precipicios del cante. Un cantaor que sabe lo que se trae entre manos y que no regaló a la ojana ni un centímetro de su interpretación. Siguió por fandangos, en los que recordó a Camarón de la Isla, para cerrar por bulerías marca de la casa, con el aire festero y la musicalidad de la saga de los Zambos.

El más esperado de la noche, Israel Fernández, arrancó por tarantas, un palo en el que puso en la atmósfera del parque el sonido agudo y prodigioso de su voz, requebrada y fina, que se fue paseando por las tonalidades de levante con gran facilidad. Presentó sus credenciales uno de los cantaores más cotizados y reclamados del momento, que apostó pronto en su actuación por la vanguardia y los tintes de modernidad en el cante. Así lo hizo también en unos tientos en los que volvió a innovar en los sonidos y en los registros, y que remató con unos tangos canasteros en los que brilló especialmente. La apuesta de Israel Fernández por los nuevos caminos se evidencia incluso en las letras, en las que asomaron en las bulerías por soleá las rimas de Becquer "por una mirada, un mundo", y donde encajó incluso a compás el "yo soy gitano" de Camarón. Por bulerías, el toledano se sintió cómodo y alargó su recital entendiéndose a la perfección con Diego del Morao y con el cajón de Ané Carrasco. Quiso cerrar su recital acordándose de Camarón, al que recordó pasada la medianoche, ya 2 de julio, por el aniversario de su pérdida, y al que dedicó una tanda de fandangos que llegaron al público. Un fin de fiesta que no pudo quedar ahí, ya que el María Cristina le requirió de forma unánime que regresara al escenario, que cerró con una tandita por bulerías, ahora sí, más cortas y ajustadas al canon jerezano.

Noche de cante joven, una marca propia del Encuentro Internacional de Guitarra Paco de Lucía, donde cada uno de los artistas representó una forma distinta de entender el camino del flamenco.