Las Bingueras de Eurípides/ Carmonfe
Las Bingueras de Eurípides/ Carmonfe

Las Bingueras de Eurípides, la trágica victoria sobre la resignación y el miedo patriarcal

Las Bingueras de Eurípides, la trágica victoria sobre la resignación y el miedo patriarcal
Una vez más, Las Niñas de Cádiz logran meter la mitología griega entre los muros de la cotidianeidad gaditana más cercana y reconocible. Una vez más el humor y la tragedia, la escena costumbrista y la reflexión profunda, se dan la mano en la representación de Las Bingueras de Eurípides, una nueva propuesta de las gaditanas, que volvió a saborear este viernes la magia de la representación en la noche de Baelo Claudia.

Con una escenografía casi pictórica, la obra arranca con ese simbolismo mágico, marca de la casa de las cuatro actrices, que sillas en alto representan la entrada en escena de los personajes.

En el centro de todos ellos aparece Dionisia, una desinhibida mujer alrededor de la cual gira la celebración de un bingo clandestino. Con una apología permanente a los goces y disfrutes de la vida, y con una personalidad fuerte, el personaje arrastra alrededor de sí a un grupo de mujeres, que reencarnan a las Bacantes, las seguidoras lujuriosas de Dionisio en el mito de Eurípides.

Con la genialidad de su sencillez narrativa, la obra recurre a los bingos clandestinos de las calles de Cádiz para situar en un escenario cercano, mundano y reconocible todo un universo onírico y mágico en el que se debate el conflicto entre los rigores morales y la liberación y el disfrute.

El mito de Dionisio y de sus seguidoras rebrota de forma directa e inocente en los diálogos entre las bingueras, que encuentran en ese espacio prohibido de diversión la válvula de escape a las opresiones de su vida cotidiana. Entre líneas y bingos, los diálogos de las protagonistas presentan sus pequeñas historias, sus tensiones. Las claves de sometimientos que tienen que ver con los de las mujeres de las generaciones pasadas, esas mujeres andaluzas sufridoras de un sinfín de sinsabores, que encuentran en pequeños placeres toda una liberación. Mujeres que llegadas una edad determinada desafían lo establecido, surcando el camino entre sus sometimientos y los vicios más pequeños e inofensivos, que se representan en su pequeño mundo teatral como todo un universo dionisíaco: las confesiones, sus verdaderas opiniones, el anís, el tabaco y, sobre todo, el bingo.

Las Bingueras de Euripides
Las Bingueras de Euripides

El conflicto, la tragedia, llega una vez más de la mano de la contraposición entre ese mundo de placeres clandestinos y el mundo de la opresión, de la persecución. Frente a la libertad, la figura de la autoridad y el sometimiento moral llega de la mano de un policía, excesivo en sus formas y en su obsesión por cazar in fraganti a las bingueras. 

El Chuarchenague y su compañero (este más permisivo y comprensivo con las cuatro mujeres) entran y salen de escena constantemente, en su intento permanente por pillarlas en pleno frenesí binguero. El resultado es una suerte de burlas y de enredos cómicos con los que las bingueras logran siempre salir victoriosas frente a la ridiculización creciente de los personajes autoritarios.

En el transcurso de la obra, el verso canaliza de manera permanente el discurso narrativo de Las Niñas de Cádiz. Seña de identidad de todas sus creaciones, los diálogos se teatralizan con una fuerte presencia cómica, que hereda del romancero y del cuarteto del Carnaval de Cádiz sus formas expresivas, con las que logran captar y cautivar a todos los públicos de forma sencilla, directa y magistral. Público que, por cierto, abarrotó anoche hasta la última piedra romana de Baelo Claudia para asistir entregado a la obra, que inauguraba el festival Anfitrión en las ruinas tarifeñas.

Diálogos rimados en los que insertan mil y un disparates que hacen reír al público de principio a fin. En Las Bingueras, Las Niñas acuden además de forma recurrente a los tanguillos de Cádiz, que aparecen en los momentos de mayor diversión de las cuatro mujeres para lanzar sentencias desternillantes acerca de sus emociones y sus conjuras de liberación moral. Y entre las historias, un momento de comedia cúspide, en el que una de las mujeres narra lo vivido después de haber sido atrapada por un tornado.

En ese discurrir, donde la gracia y el sentido del humor mantienen en vilo al respetable, las historias de las mujeres van identificando la sumisión patriarcal de nuestras madres y abuelas: Matrimonios sin sexo ni amor, vidas alrededor del fútbol en el televisor, historias de amor de juventud frustradas por el devenir de los años... Y entre todas las historias, la de un personaje que entra la última en escena, una sumisa mujer cordobesa que llega a Cádiz y que es atrapada desde el principio por Dionisia y su pecaminoso bingo. Una mujer que, entre miedos y pastillas, termina relatando su historia sometida a un hijo autoritario que reivindica la memoria del padre muerto.

Un personaje este último en el que Las Niñas de Cádiz logran ensartar a la perfección el desenlace tráfico de las Bacantes, una de las cuales era la madre del propio rey Penteo, el cual moriría en sus manos fruto de la locura dionisíaca. Al igual que hace Eurípides en su obra, el policía se disfraza de mujer para sorprender a las bingueras, momento en el que reconoce a su madre. Catarsis y muerte. Tragedia como único final posible para un mundo de tensiones, el de la lucha entre la liberación y el sometimiento.

Las Niñas de Cádiz, Ana López Segovia, Alejandra López, Teresa Quintero y Rocío Segovia, incorporan en esta obra a dos actores masculinos, que rubrican a la perfección la propuesta narrativa: Fernando Cueto y José Troncoso (este último, además, director de la obra). La recreación de Ana López Segovia vuelve a cautivar por su fórmula mágica de sencillez, en la que el público sabe comprender, identificar y degustar los ingredientes de humor, conflictos emocionales, referencias mitológicas y profundidad de mensaje.

Público en pie con ovación continuada en un éxito más de estas gaditanas que regresaron a la noche mágica de Baelo Claudia, donde hace más de dos mil años resonaron en sus piedras los mismos ecos de tragedia y de comedia, y los mismos mensajes acerca de las pasiones del ser humano.

Las Bingueras de Eurípides, la trágica victoria sobre la resignación y el miedo patriarcal