El olvido de los tristes

El olvido de los tristes

Odias buscar sin tregua el punto verde
 cuando indica que estoy desconectada
 y en el PC el desánimo te pierde.

Abres el chat y acudo a tu llamada
 mientras sigues mi rastro por el muro,
 y empezamos a hablar como si nada.

Me preguntas y salgo del apuro
intentando esquivar el tono extraño,
porque no te comprendo. Te lo juro.

Pareces agradable, luego huraño,
no te crees ni tú lo que me cuentas,
pues me vendes el humo del engaño.

Cada cosa que dices, te la inventas;
asomas, manipulas y me insistes
tras el juego mental con que me tientas.

Destinado al olvido de los tristes, 
me niego a darte más explicaciones;
accedo en tu perfil a las opciones 
y después te bloqueo: ya no existes.

El olvido de los tristes