(2-1) El Algeciras se gusta y sufre para derrotar al Ceuta
19/10/2014 | 23:36
ALGECIRAS. - El derbi del Estrecho, el de verdad, se lo apuntó el Algeciras por varios motivos. El primero de ellos por ser un equipo superior el Ceuta, y eso que los de Asián llegaron líderes a La Mencha. El segundo, y no está de más ponerlo ya en valor más allá de las críticas que han llegado y llegarán, por mérito de su entrenador. Mere ha convencido a los suyos de una idea, sin menoscabo de adaptación a las circustancias, que además gusta a la parroquia. Y por último, aunque habría más, por la capacidad de reconstruirse de una entidad que, definitivamente, ya parece haber olvidado el varapalo y se centra, cada vez con más fieles que vuelven, en el retorno a la categoría perdida. Todo ello, sin olvidar, el mal trago de la segunda parte tras el gol de Ceuta, en un error defensivo, y con la consabida estrategia, lícita, de los equipos del Chato. Pudo empatar el cuadro caballa pero también pudo llevarse alguno más.
La primera mitad del duelo, en la que se decidió el trámite, fue una lucha de estilos. Asián, como suele hacer, plantó el autocar, aunque no bajo palos, y jugó con la desesperación de los de casa. Ahí residió el mérito de Mere. Tocar, circular y mover el balón sin caer en los cortes de ritmo. No llegaban ocasiones en los primeros 20 minutos, pero el peligro merodeaba el área de Garrido. Sólo un par de acercamientos a balón parado y una jugada, que cortó el trencilla, de peligro por los caballas. Ito se marchaba solo pero se ayudó de la mano.
En el 23, Antonio Jesús, muy activo con Willy por la izquierda, culminó una nueva combinación local con un chut que tras tocar en varios ceutíes -eso pasa por acumular tanta gente en área propia-, hizo estallar al Mirador. A partir del tanto, el equipo rojiblanco fue un vendaval con Willy en plan estelar. Marcó Joselu, a pase de Willy en el 27 pero el tanto fue anulado. Melchor, en el 33, culminó una excelsa combinación de todo el frente de ataque local con un zapatazo raso y cruzado ante el que nada pudo hacer Garrido. Hasta el final, fiesta, y pudo caer alguno más tras 45 minutos de fútbol y de un estilo que se impuso, claramente, a otro.