Álvaro Leiva, durante un lance en El Mirador
Iván y Leiva. ADN Algecirista y algecireño. FOTO: ACF

BALANCE 2021

El año que el algecirismo nunca olvidará

El año que el algecirismo nunca olvidará

El Algeciras despide un año mágico en lo futbolístico. El futuro, con prudencia y humildad, se presenta con buenas perspectivas. Félix Sancho llegó al club. El ascenso en La Línea, lo ocurrido en Extremadura, la primera victoria en la espectacular categoría momentos a recordar cuando se haga el balance del año que se marcha.

Quedan pocas horas para despedir el maldito, en lo social, 2021. La pandemia sigue siendo el principal problema del que se derivan otros muchos. Ojalá que 2022 sea, de verdad, el de la recuperación definitiva y la vuelta a la normalidad que conocíamos antes.

Sin embargo, en el ámbito estrictamente futbolístico, estos 12 meses quedarán, para siempre, en la memoria de la afición algecirista. Esa que nunca falla, la que soportó campos de tierra, coñas de sus rivales (siempre que sea con respeto como debe ser), la que no abandonó pese a las fluctuaciones lógicas de tanta inestabilidad, y la que ha vivido un año inolvidable.

Arrancó, en plena pandemia y con sólo 800 espectadores en el Mirador, nada menos que ante la Balona en el Nuevo Mirador. El equipo de Salva Ballesta, en la historia del club pese a quien pese, igualó ante el eterno rival y comenzó una segunda vuelta de la atípica liga en la que supo gestionar la renta alcanzada en el arranque de la temporada. Ya sin Juan Serrano y con un vestuario que se creía capaz de todo. Llegaron las derrotas, el estadio vacío por el virus, pero los rojiblancos aguantaban en las posiciones de privilegio. Una calurosa mañana del 10 de marzo, miércoles para más señas, el equipo recuperó el liderato ante Las Palmas Atlético. Dos goles de penalti, esos que provocaba un conjunto que atacaba de manera directa las áreas rivales, ponían el sueño de la Segunda B Pro -luego Primera RFEF- más cerca y con la visita al Municipal  en el horizonte. 

Allí, otra vez con menos público del habitual en un clásico y más con esa trascendencia, se inició el camino a la gloria de una plantilla que cuando pasen los años se recitará casi de memoria. Era el 14 de marzo y Edu Ubis, con su tacón, provocó una locura colectiva que ni siquiera las mascarillas pudieron evitar que el estruendo llegase a todos los rincones donde había fieles de este sentimiento. El recibimiento en el Mirador, las lágrimas por los que ya no estaban y sobre todo el momento y el escenario, hacían que ese día pasase a formar parte de la ilustre hemeroteca rojiblanca.

El tacón y los penaltis

El Algeciras C.F; tras muchos años de penuria, tras el ascenso de Socuéllamos y el parón por el Covid, estaba en Primera RFEF. No en vano fue uno de los primeros equipos de España en lograrlo. A partir de ahí a disfrutar de premio y a soñar. Y entonces, tras una segunda fase rara, llegó el 9 de mayo. El escenario era de Primera División y con mucha historia. La Condomina, la de toda la vida. Allí esperaba el UCAM, ya clasificado para la fase final de Extremadura. Los del Mirador necesitaban ganar y que no puntuase el San Fernando ante el Betis B, también inmerso en la pelea. La mañana comenzó mal. Con Los Guapitakitos en las gradas y miles de aficionados repartidos en casas y bares. Dos penas máximas, otra vez las áreas, permitieron a Álvaro Romero marcar el camino a tierras extremeñas.

Y fue entonces cuando el algecirismo, que había disfrutado en casa de una temporada soberbia desde casa en su mayoría, se preparase para una fiesta con la que ni soñaba apenas unos años antes. El primer duelo, el día del cumpleaños de Iván, una señal, tuvo lugar en Villanueva de la Serena. Allí esperaba el San Sebastián de los Reyes que fue atropellado por un equipo que parecía dispuesto a romper todos los pronósticos.

Una semana después, en Almendralejo, escrito está, el Algeciras perdió un ascenso que tocó con la yema de los dedos, pero ganó muchas otras cosas. Los rancios y cangrenas que no se cansan de atacar al equipo y a la ciudad, tuvieron que plegar velas. La afición, ese que fue a Conil, a Socuéllamos, o Bornos y a tantos otros lugares que conviene no olvidar para no perder la humildad, desbordó todas las previsiones e invadió el Francisco de la Hera. La gran mayoría era consciente de que aquello era una misión casi imposible. Sólo hay que ver la actual plantilla de la Real Sociedad que está en Primera División, pero sus guerreros estaban dispuestos a todo. Karrikaburu acabó con las esperanzas y dejó un dolor que durante unas horas, pocas, hizo mella. Aquel penalti, aquel balón de Canillas y aquella jugada de Romero, quedarán para siempre. Pero sobre todo la lección de algecirismo que sirvió de impulso  a Félix Sancho, que ya ejercía de totem, para entender que este equipo era algo especial.

Y sobre esos cimientos comenzó el proyecto en la Primera RFEF Footters. Y la pretemporada, por aquello de ser fieles a nuestra historia, fue rara. Acabó con el director deportivo en su casa y la liga, para que nadie se olvide, arrancó nada menos que en el Johan Cruyff Stadium. Allí esperaban muchos de los que hoy están en el Camp Nou con Xavi. La imagen de Iván Turrillo (leyenda) saliendo por ese túnel con el himno del F.C. Barcelona atronando quedará para la historia. Era verdad el Algeciras estaba ahí tras muchas penurias. Para completar la fiesta un algecireño, otro, marcó un gol olímpico y permitió sumar el primer punto de la temporada.

La victoria se hizo de rogar. Hubo un batacazo en Cornellá (4-0) y alguno, ay los rancios y los que siempre esperan las malas por envidia, pensó que en el Municipal, otra vez el mismo lugar, el equipo iría al matadero y de paso se llevaría por delante a Iván Ania. El asturiano, que aún no había tenido tiempo de demostrar casi nada, salió a hombros como lo hicieron sus hombres y un niño. Álvaro Leiva, 16 años entonces, debutó como titular y el 0-4 fue el impulso de todo lo que ha venido después. Alguna derrota, la visita a Valdebebas , los llenos en el Mirador, goleadas dentro y fuera, un tramo final algo complicado, pero una posición cómoda. Se nos fueron muchos al palco rojiblanco del cielo, uno de los referentes Juan Antonio estará para siempre en el santuario, y el futuro, con tranquilidad, se antoja con cierto optimismo. La Sociedad Anónima ya está a la vuelta de la esquina y puede ser la salvación definitiva, tras el acuerdo con la Seguridad Social.

De momento, el 2021 se va, el año que nunca olvidaremos los algeciristas. Feliz año a todos y a seguir disfrutando y creciendo con un equipo especial.

El año que el algecirismo nunca olvidará