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En Guadalcacín el equipo naranja sufrió mucho.

RESACA TRAS LA DERROTA EN GUADALCACÍN

La paciencia se está agotando

La paciencia se está agotando

Los hay que no ven un sólo fallo y los que lo ven todo negro. Ambos bandos,aunque algunos duden, quieren el ascenso. Los jugadores, que aseguran estar con Guti, deberían traducir ese apoyo en victorias.

Nuestro Hyundai, que el jueves vivirá una nueva jornada relevante para los amantes de la calidad en la conducción, arranca con la fiabilidad habitual. La que, por desgracia, no está teniendo el Algeciras C.F; en los últimos tiempos. Y es que la situación, pese a que el objetivo de la promoción sigue estando en manos de los nuestros, no es la idónea para un equipo que, en principio, debe luchar por el ascenso más allá de las consideraciones de cada uno, todas legítimas. Al lío.

         En Guadalcacín, en una mañana de frío y en un campo pequeño, nada nuevo en Tercera, la afición rojiblanca, que se desplazó en buen número, asistió a un duro correctivo de los nuestros. Tres meses sin ganar fuera del Mirador, ahora parece muy lejana aquella fiabilidad en la carretera, son demasiados para un aspirante. Aún así los demás rivales tampoco aprovechan la coyuntura y si bien aumentan, poco a poco, la ventaja, no todo esta perdido. Eso hace que la indignación sea aún mayor. Con la discrepancia habitual en estos caso y  sin olvidar que los rivales también juegan, que a los nuestros no les sobra mucho, lo venimos diciendo desde el primer momento así que no hay ventajismo, y todo lo que quieran añadir, hay una sensación, cada vez mayor, de ocasión perdida para ser campeón.

         Luego están los habituales que aprovechan las redes sociales, ojo que no es crítica sino pedir un poco de reflexión desde la humildad, que no ven un sólo fallo y otros que lo ven todo negro. En estos casos recurrir al tópico del equilibrio se hace más necesario que nunca. Los que piden cambios no son menos algeciristas que los que se niegan a ver los erroes que se están cometiendo. Ambos, unos y otros, quieren el ascenso y lo mejor para el equipo. El fútbol, ese deporte tan antiguo y maravilloso está montado así. Los resultados, por desgracia o por suerte, mandan.

          En el caso del partido disputado en las cercanías de Jerez de la Frontera hay que poner sobre la mesa un apartado, sin excusa de la mala mañana que vivimos los algeciristas, que no suele ser la norma en los equipos que están viviendo una mala dinámica. Me refiero a la actitud. El equipo vestido de naranja, compitió y peleó con intensidad y en un escenario que requería eso. Es decir, no hubo desidia ni nada parecido a relajación. Esto tiene la otra lectura, y es que por tanto el problema parece mayor. A igualdad de intensidad, debe imponerse la calidad, más allá de un campo que no permite floritura alguna. 

          La escuadra de Guti lo intentó en la segunda parte, cuando ya perdía, pero también tuvo ocasiones en la primera para ponerse en ventaja. "El partido habría cambiado ya que aquí el que se adelanta tiene mucho camino recorrido", espetó el técnico, con razón, tras la derrota. Claro que, como suele ocurrir en estos casos, eso es fútbol ficción.

          La tensión es cada vez mayor. El primer puesto sólo está, pese a todo, a siete puntos de distancia, pero el quinto también está asomándose y eso ya sería el abismo. La defensa, a ultranza, del puesto del entrenador, por parte de la directiva, ya no es tal. Lógico, por eso de la ley del fútbol, más allá de la injusticia que siempre hay en estos casos.

         Pero habría que mirar, más allá del técnico que cada uno llevamos dentro, al verde. Los jugadores, la mayoría de los que ocupan esa caseta, dicen estar a muerte con el que los lidera. En el campo, como quedó claro en la última cita pese a la derrota, hay entrega y poco acierto, pero no estaría de más, que ese apoyo lo tradujesen en victorias. La paciencia de una afición que, de nuevo, está por encima, se está agotando. 

PD: Gracias a la afición del Recreativo de Huelva por la pancarta. Señorío que además demuestra no olvida lo que se vivió el pasado año en el Colombino con los algeciristas como protagonistas.

La paciencia se está agotando