El algecirismo, que hace cuentas y saca la calculadora tras una nueva medio oportunidad para los suyos, aparca por unas horas la agónica carrera de su equipo en Tercera División para rendir un más que merecido y emotivo homenaje a D. José Luis Montes. El segoviano que falleció en agosto de 2013 dejando un gran vacío, había comandado, 10 años antes, a un grupo de jugadores que estarán para siempre en la memoria rojiblanca, al ascenso a la Segunda A. La mayor alegría del siglo XXI en el entorno algecirista.

El empeño de Fran Verdejo, aquel joven con melena que era el tercer portero pero que encontró un guía en el entrenador al que ya no abandonó prácticamente nunca, junto a otros como Espejo, Ortiz etc.., han conseguido organizar un partido que tiene mucho de homenaje a un técnico espectacular en lo profesional y en lo humano. Hasta la fecha del choque, el día del trabajo, parece elegida por Montes. Si algo caracterizó a aquel grupo fue el compromiso y el trabajo que desarrollaron durante cada partido.

Los veteranos del Algeciras, liderados por el mito Julio Cabello y con José Antonio Asián, el segundo del segoviano, también se han sumado, al igual que otras empresas como Grillaera o el máximo mandatario en la presidencia, Bernardo Martín que colaborará con la convivencia y comida que tendrá lugar después del partido. La participación del Ayuntamiento, a través del delegado de Deportes, Javier Rodríguez Ros, también ha sido muy relevante para organizar toda la logística de la jornada.

Muchos jugadores llegarán hoy hasta la ciudad y se hospedarán en el hotel Alborán, que también ha puesto su granito de arena, para que los futbolistas que llegan desde puntos más lejanos, puedan estar en la localidad a la que volvieron loca un Sábado de Feria Real de 2003 que desbordó todas las previsiones.

Montes, cuyo hijo tiene previsto acudir a la cita y que ya es entrenador, volvió posteriormente al banquillo del Mirador en una época de muchas penurias. Ahí demostró su agradecimiento a la afición y a la ciudad que tanto le ofreció. Luego, allá donde fue a mostrar su profesionalidad, siempre tuvo palabras de respeto y admiración hacia el lugar en el que su nombre quedó grabado, para siempre, con letras de oro.

Los que se acercaron a Montes saben, de sobra, que la integridad era su norma básica de funcionamiento. Eso le costó, al principio, alguna incomprensión, pero a la larga se demostró que nunca había falsedad en él. "Yo no he venido aquí a contar chistes, sino a trabajar". Fue una de sus sentencias, aunque en las distancias cortas, su sentido del humor era patente. Son algunas de las anécdotas que, ahora, se recordarán en el escenario en el que todos los que sentimos, sufrimos y disfrutamos la fe rojiblanca, tocamos el cielo. Desde ahí, a buen seguro que dando órdenes y con carácter, dirigirá un homenaje un tío de Segovia que será, siempre, Especial. Va por usted míster.