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Ser portuario en Algeciras

Ser portuario en Algeciras

No quiero que cuando acabe este artículo de opinión quede la más mínima duda de que soy un firme defensor de los portuarios. Uno de mis mayores defectos o virtudes, según se mire, es que no me escondo y trato de dar mi opinión, guste o no, en temas en los que creo que tengo algo que decir, y en este asunto, lo tengo que decir y lo voy a decir.

¿Qué me parece injusto que el colectivo sea como una empresa familiar? Pues si ¿Que me parece injusto que algunos cobren más que un médico o un científico? Pues también.

Pero llegados a este punto tengo que decir que hace 30 años, cuando los sueldos no eran lo que hoy son, y cuando los medios y las medidas de seguridad en las terminales no eran las de hoy, nadie quería trabajar en el Puerto, eso quedaba para "los bajunos". Así me lo dijo una vez un concejal amigo, que se enteró de que yo había ido una mañana para trabajar como portuario.

Llegué al Puerto, me enseñaron el lugar, me di la vuelta y jamás volví. Aquello no era normal.

Ser portuario en Algeciras se está convirtiendo, por culpa de la puta envidia de algunos fracasados, en una profesión en la que los trabajadores tienen que dar explicaciones por como entraron, cuánto ganan o cuanto trabajan.

Se les insulta, se les cuelgan etiquetas, se les menosprecia..., pero nadie se acuerda de la época en la que nadie quería trabajar en el Puerto, y los responsables tenían que buscar en los bajos fondos de las ciudades a algún desesperado con ganas de currar. Muchos de ellos salían de allí con los pies por delante, al igual que hoy, muchos de estos trabajadores, se juegan la vida con demasiada frecuencia, soportando a veces unas durísimas condiciones climatológicas y laborales. Alguien debería hacer un esfuerzo por conocer la siniestrabilidad laboral en este sector.

A mi también me gustaría ganar 3.000 euros al mes y que mi padre, tras treinta años de duro trabajo haciendo las labores que nadie quería hacer, me pudiera colocar, pero no, me ha tocado buscarme la vida de otra forma y doy gracias el mes que llego a la mitad de ese dinero, pero no puedo sentir envidia del portuario, porque a esta hora que escribo, yo estoy en casa, con mi estufa, mis hijos acostados y mi mujer al lado, teniendo la certeza de que mañana por la mañana, me levantaré y aquí estarán todos.

A esta misma hora, miles de portuarios se la juegan y están expuestos a cualquier accidente en el barco, en la grúa, en el patio..., el contenedor que se suelta, el barco que corre su carga, el trastainer o portainer, o como coño se diga, que vuelca, el resbalón que te hace caer varios metros a una bodega, el contenedor peligroso que se abre..., el frio, la lluvia, el viento..., el no saber cuándo vas a sufrir el accidente, porque viendo las cifras, mas tarde o más temprano el susto te lo llevas, en el mejor de los casos. Y eso hay que pagarlo, que cojones.

Hoy, otras miles de personas se frotan las manos ante la sentencia del Tribunal Europeo que obliga a España y Bélgica a adaptarse al marco normativo legal, y que puede acabar con el monopolio, con los sueldos y con la estabilidad. Me entristece que alguien pueda siquiera alegrarse, de que trabajadores que luchan por llevar el pan a su casa, pierdan sus derechos.

Yo no me alegro, yo defiendo a los portuarios, defiendo lo que ganan y defiendo su lucha. Defiendo a unos trabajadores cuyo principal delito es nacer en el seno de una familia portuaria, algo que antes era una deshonra, pero que hoy muchos envidian.

Llegan malos tiempos para el colectivo, y si a ellos les va mal, a todos nos va mal, por lo que pienso que mejor que alegrarse porque a los portuarios se les pueda "acabar el chollo", rezar y pedir que "el chollo" duré mucho tiempo.

Conmigo pueden contar para lo que necesiten..., menos para trabajar junto a ellos. Por cierto, alguien debería preguntarse también, cuantas familias viven de la actividad portuaria.

Amigos, a las barricadas, ni un paso atrás.

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