Opinión

El centro de la ciudad

El centro de la ciudad

He salido a la calle con el objetivo de ser crítico y claro a la vez. No voy a hablar del “Viernes Negro” que por cierto vaya nombrecito se le ha puesto a esa iniciativa

He salido a la calle y he visto bares y cafeterías, aunque pienso que últimamente no es fácil diferenciar a los unos  de los otros, pues todos ellos (o al menos sus propietarios) aspiran a que unos y otro sean lo mismo. En cualquiera de ellos lo mismo puedes tomar café, que una rebaná de pan de pueblo o un innovador gin-tonic, al que se le echan tantos aderezos, que uno no sabe si bebérselo o paladearlo a cucharadas. Además de que en todos ellos puedes degustar las tapas más sabrosas o los jamones y embutidos más prestigiosos. Junto con los bares he visto también muchas tiendas de ropa; la mayoría de ellas pertenecientes a grandes firmas de franquicias, que terminan por hacer sombra a la humilde tienda de toda la vida. A continuación más bares, más tiendas de ropa, alguna zapatería, más franquiciados de ropa íntima, alguna óptica, un par de joyerías, tiendas de telefonía y un par de librerías, si es que se les puede llamar así, cutres y de aspecto rancio. También me he hallado varias tiendas de cosmética, franquiciadas como no, dos jugueterías y pequeñas tiendas de complementos a las que se les augura un futuro dudoso.

Si nos atrevemos a introducirnos un poquito más en la ciudad podremos observar que aparece una ficticia frontera que aunque no es visible, es claramente evidenciable pues a partir de un punto las calles se oscurecen, se vuelven lúgubres y aparentan peligrosas o cuando menos, provocan intranquilidad en los osados transeúntes que pasean por allí a partir de ciertas horas. Reconozco que no son malas calles, incluso les encuentro un encanto particular del que carecen otras calles más céntricas, simplemente que estas experimentan cierto abandono. Les falta luz y presencia de aquellos que proporcionan seguridad. Porque esta zona nos divide de la otra zona, una zona viva tan solo por las mañanas y extendiendo el horario como mucho hasta las cuatro de la tarde. Es donde podemos encontrar buen género de pescado, hortalizas que llegan directas de la huerta, las más vistosas y sabrosas frutas… Pequeños puestos donde te cambian la correa de un reloj en la manera que se ha hecho toda la vida y sin que sea muy costoso o la pila. También como no, encontramos bares y cafeterías. Demasiados bares.

He salido a la calle con el objetivo de ser crítico y claro a la vez. No voy a hablar del “Viernes Negro” que por cierto vaya nombrecito se le ha puesto a esa iniciativa. En primer lugar he de decir que me parece bien que se tomen todas aquellas iniciativas que ayuden a fomentar el comercio de la ciudad, vengan de donde vengan. Pero si algo he aprendido con el tiempo, como cuando era joven y estaba estudiando, los excesos nunca son buenos. Es mucho mejor una constancia diaria, una rutina cotidiana. También en el comercio, también en el consumo. Pienso que haciéndolo así no nos encontraremos nunca con ofertas trampas, ni atractivos engañosos, ni nos provocarán hacia un consumo desmesurado e innecesario. Eso sí, es necesario un compromiso por parte de los consumidores y comerciantes; los unos de hacer uso de aquello de lo que tenemos a nuestro alcance y los otros de no tener prácticas abusivas a la hora de hacer comercio. Es necesario también una participación de las instituciones conectando las dos partes del comercio de la ciudad, eliminando esa parte oscura y que causa inseguridad, poniendo de su parte lo que sea necesario.

Por último un pequeño consejo a los emprendedores a la hora de iniciar nuevos proyectos. Ampliemos la diversidad de la oferta a la hora de iniciar un proyecto nuevo. Ya hay varias tiendas de ropa, demasiadas franquicias, multitud de bares. Necesitamos una oferta de ocio mayor que sea atrayente para el consumidor. Necesitamos gente que apueste por  negocios como librerías con aspecto moderno, que pueden ser combinables perfectamente con una oferta electrónica de tablets o e-books. Hay miles de ideas en el aire, ponerlas en práctica y hagamos del centro de la ciudad un centro comercial abierto, con mayor diversidad y que traiga mayor riqueza a los ciudadanos.

Ahí queda eso.