Opinión

Otra bala en la recámara

Otra bala en la recámara

Les puedo asegurar que el que les escribe ni es un fundamentalista de la ecología, ni un ingenuo que se cree las historietas de las cumbres internacionales

Por aquí andamos hoy, en una gran superficie comercial conduciendo un carrito de la compra. Rodeado de peligrosos productos alimenticios llenos de conservantes, colorantes,  acidulantes, el resto de terminaciones en tes… grasas, inventos nocivos y toda clase de porquerías que nos meten –o mejor dicho, nos metemos- en el cuerpo por vía oral; con la natural y desinteresada preocupación de nuestra querida OMS.

Bajo la supervisión de la responsable de la intendencia de nuestra casa, propiedad que compartimos con la familia Botín y sus accionistas. Mi capacidad para abstraerme en estas situaciones es absoluta. En esta ocasión me quedo observando a dos gorriones que se han colado por alguna rendija de tan colosal monumento al consumo humano, picoteando unos granos de un paquete de arroz que se había roto: ¡Cómo narices habrán sobrevivido habiendo evolucionado tan poco! Nosotros unos seres tan avanzados que somos capaces de dejar un envase de plástico para asegurarle a las generaciones futuras la prueba de que fuimos capaces de comernos un euro de jamón o un litro de agua.

Les puedo asegurar que el que les escribe ni es un fundamentalista de la ecología, ni un ingenuo que se cree las historietas de las cumbres internacionales que organizan los líderes mundiales que nos dirigen al resto de la plaga. En una zona donde después de las noticias que nos llegan sobre las boinas de polución que hay sobre grandes capitales se nos hace más llevadero psicológicamente el tema de los elementos contaminantes que se producen en esta comarca, como diría un british: `la zona adyacente a Gibraltar´. Parece que los refranes ya se han convertido en axiomas y les puedo asegurar el mal de muchos es siempre el consuelo de los mismos.

Después de la nada resolutiva y muy recomendatoria (como no puede ser de otra forma) intervención del actual Defensor del Pueblo Andaluz al respecto, por eso de que llevan tiempo aplicándonos lo de decidir en nuestro nombre <>, se aprobó por el Parlamento Andaluz la realización del esperado estudio epidemiológico del Campo de Gibraltar por la iniciativa presentada por Inmaculada Nieto (Izquierda Unida). Y llegará, desconozco si con las nuevas obras ferroviarias desde Bobadilla o a través de la autovía desde Vejer, pero llegará.

Y continúo con mis ensoñaciones. En ellas añoro los tiempos de la Roma Clásica. La situación política actual vista desde Los Barrios podría sintetizarse: "En esta zona lleva gobernando Romerix de Cucarretux varios años su territorio con el apoyo de sus habitantes. Todo este tiempo pactando con Roma para no terminar como Vercingétorix. Ahora entrarán nuevos electos en el Senado del Imperio. Los jóvenes intentan pugnar contra un emperador mayor, que aparentemente no les hace frente y que parece estar ausente, en un ambiente de necesidad y corrupción generalizada. Uno de ellos es una tal Albertus de Civiam, aunque el actual gobernador principal de la Hispania Bética prefiere llamarlo Albert de Ciutadans. Las que eran calificadas como bárbaras hordas, son ahora acaudilladas por otro joven líder de largos cabellos, parecen adaptarse bastante bien a las que antes calificaban como abominables costumbres de los patricios romanos, añadiendo alguna extravagancia más o menos. Los sumos sacerdotes han perdido casi toda su influencia. Otros adivinos y magos hacen augurios y vaticinios para sus mejores intereses. Se murmura de la influencia de algunas sacerdotisas: Sor Aya, por suplir al emperador y Sur Ana por sus posibles conspiraciones béticas contra otro joven posible sucesor de su propia casa, Petrus".

Volvamos a la realidad que los gorriones han salido volando. Después de haberle echado ya el ojo a un jamoncito para estas Navidades y buenos embutidos de la tierra –del todo malos, malísimos para la salud y excelentes, según dicen los eruditos de la OMS, para jugar a la ruleta rusa- echaremos algunas otras cosas más al carro y a pasar por caja.