Opinión

No se habla de otra cosa

No se habla de otra cosa

Necesitamos que el presidente que nos gobierne sea consecuente con lo que diga, que sea cumplidor y que no deje que el viento se lleve las palabras que salgan de su boca

En los últimos días no se habla de otra cosa, nos ha cogido a todos por sorpresa, aunque analizándolo con detenimiento quizás haya sido lo mejor para todos. El golpe de efecto que ha efectuado el presidente en funciones nos ha cogido a todos más atentos a lo que hacían hacia el otro lado. ¿Para qué vamos a someter a votación algo de lo que estamos seguros cuál será la respuesta? Necesitábamos dejarnos de perder el tiempo, pues el tiempo es necesario para buscar otra clase de soluciones; la solución al paro por ejemplo.

En un artículo de días anteriores se lo  comentaba a ustedes, que me aburría la actitud de casi todos, que parecían dormidos o con una postura muy arraigada y que parecía inamovible. Si estuviésemos jugando al ajedrez, casi podríamos dar el juego terminado por tablas; pero sin ser tablas en realidad pues aparentemente ha habido un ganador desde el comienzo de esta nueva etapa. Pero nadie quiere abandonar el juego y parecía que nadie quería mover pieza. Dos de los jugadores han movido pieza, el primero para seguir haciendo chantaje y el segundo para causar, como he dicho, un gran golpe de efecto inesperado por todos. Hay otro tercer jugador que sigue sin mover pieza, pero que parece que tampoco sabe cómo va el juego.

A estas alturas yo no sé con certeza qué será lo que suceda a partir de ahora, aunque puedo imaginármelo. Lo que tengo  claro es lo que no necesitamos y lo que nos hace falta. Nos hace falta un presidente leal y honrado. Necesitamos un presidente honesto con sus votantes y con aquellos que no lo votaron también, honesto en mayúsculas. Necesitamos que el presidente que nos gobierne sea consecuente con lo que diga, que sea cumplidor y que no deje que el viento se lleve las palabras que salgan de su boca. Necesitamos que sea un presidente con mano dura y con pocos miramientos a la hora de hacer que la ley se haga efectiva, caiga quien caiga.

Porque en los últimos días me ha sucedido algo también de lo que no me siento orgulloso, por eso necesito un presidente que también me ayude en eso. Y es que se me acaban los argumentos para defender mi postura ante la política. Creo en la política y ya no puedo defender ciertas cosas que se hacen indefendibles. Por eso necesito un presidente que dé la cara por mí, que dé la cara por todos aquellos que creemos en la política como un juego limpio, lejano a aquellos que la quieren emplear en beneficio propio.