Opinión

¡Felicidad!

¡Felicidad!
Muy mal lo debemos estar haciendo, todos. Se me rompió el alma al ver en un vídeo a unos adolescentes pegar brutalmente y sin piedad a un niño autista, indefenso.

Pertenecemos a la especie humana, unos monos raros que tienen sensibilidad, sentimientos, frustraciones, que quieren, odian y tienen una sed infinita de felicidad porque no pueden comprar vida en un supermercado. La vida se va y no creemos que este mundo es un valle de lágrimas para ir al paraíso, no creemos en semejante historia. Sabemos que el infierno y el paraíso están aquí y nuestra vida se nos va y tenemos sed de felicidad. No queremos confundir felicidad con comprar cosas nuevas todos los días.

El sentimiento  de felicidad está unido a cosas entrañables, antiguas, eternas: tiempo para los hijos y nietos, para la demás familia, para los amigos, tiempo libre, que no se vende, que no se compra.

Sabemos que en este mundo hay que trabajar para hacer frente a las necesidades materiales, pero la vida no es sólo trabajar; la vida es lucha por la libertad y la libertad es tener tiempo libre para dedicarnos a las cosas que nos conmueven.

Deberíamos preguntarnos si podríamos hacer algo para evitar tan abominables situaciones. La de esos adoslecentes del vídeo y la de gente que destila tanta violencia, dialéctica y física.