Opinión

La vacuna anual

La vacuna anual

Viendo las noticias observo a algún `neo tontoelpero´ hablando de eso de que van a acabar con el búnker de la transición

Como otro año más, en esta semana que casi ha pasado, el martes nos volvimos a poner nuestra dosis de la vacuna democrática anual. Entraba yo a la hora de comer por las puertas de mi casa y en el televisor la imagen recordatoria del señor del bigote con su automática en la mano y su tricornio. Mi hija pequeña me saludó mientras trasteaba con su dispositivo móvil entre las manos. Ella que anda terminando eso de la ESO y que no me pregunten a que equivale de la EGB, que ando perdido y que seguro que ya se les ocurrirá cambiarlo por otra cosa al próximo gobierno que le toque adoctrinarla, perdón, quería decir educarla.

Le pregunto si sabe quién era Tejero. Y con una sonrisa de medio lado, de esas que denota un <<me voy a quedar contigo para que te las des de listo>> me contesta:

- Pues claro papá. Tejero, Fernando Tejero, el actor. Es que ya no te acuerdas de su famosa frase: `un poquito de por favor´.

Tocado en la línea de flotación, le contesto para que tenga algo que mirar en Google:

- Pues sí hija, tienes toda la razón. Como el general Pavía, pero con unos cien añitos más.

Viendo las noticias observo a algún `neo tontoelpero´ hablando de eso de que van a acabar con el búnker de la transición. Y la verdad es que los que vivimos aquel periodo, ése que acuñó el escritor Francisco Umbral como el tardofranquismo, nos chirrían las neuronas. Entramos en esto de la transición y la Democracia, en mi caso, como un adolescente más.

De lo del búnker, ni saben lo que era. Unos señores que gobernaron este país con mano militar -porque les venía muy bien a los democráticos norteamericanos eso de tener la guerra fría bien controlada por estos lares-. Envueltos por la religión, que no sólo nos decía lo que estaba mal, sino que además que era pecado. Provenientes de un golpe de Estado fallido que metió a todo nuestro país en una sangrienta guerra civil. Un búnker que se apropió de nuestras libertades, nuestros símbolos históricos y reescribió nuestra historia.

Más tarde nos enteramos que aparte de eliminar de un plumazo la lucha de clases y el intento de que fueran los propios proletarios los que defendieran sus derechos democráticamente –la que tampoco era la II República un perfecto reino de Jauja, andaban también a la gresca la derechona, anarquistas y comunistas por eso de las libertades-, aprovechando que los del búnker pasaban por allí -unos y otros- tiraron de sus cajas de Pandora para ajustar cuentas. Con el que había tenido algún pleito, algún cura que le traía mosca, el que le había dado algún puntazo a su señora, un mal negocio, la delación de alguien que le caía mal, o contra el novio que le había pervertido a su entrañable y machote hijo. Y siempre, siempre, intentando controlar a la prensa, la radio y a los educadores. Estos últimos, siempre mal pagados y del todo purgables.   

Un búnker que ya en la transición empezaba a dar sus últimos coletazos, y que no por ello eran menos peligrosos. Mientras la ETA golpeaba, los sables sonaban fuertemente en los cuarteles. Matanzas como la de los abogados de Atocha, algún estudiante arrojado desde las alturas en alguna Universidad sin que su familia, todavía hoy, le haya podido poner cara y pena a sus asesinos. La legalización del Partido Comunista. Torturas. Víctimas del terrorismo. Unos cuerpos de seguridad a los que 40 años de dictadura les habían imprimido carácter. Mientras algunos como Adolfo Suarez, Torcuato Fernández-Miranda, el cardenal Tarancón, el general Gutiérrez Mellado, Santiago Carrillo, el rey Juan Carlos y muchos otros que con su sensatez y valor -y que no pasaron a la gloria- desmontaron el búnker desde dentro.

Por eso al escuchar a este `neo tontoelpero´, es que no se ha enterado de nada. Los golpes a la Democracia ahora son de otra forma. Ya saben lo de los Bárcenas, los ERE, los Pujols... Pero no sólo eso, el de romper el sueño que teníamos muchos de la igualdad de trato y de oportunidades que traerían estos nuevos tiempos y que al final te ves a muchos pegadores de carteles -genuflexores, no protestantes- encaramados en el partido de turno. Como se les compra el alma a los medios de comunicación. Y que el que pueda manifestar algo inconveniente a los intereses mercantiles o ideológicos del mismo -aunque fuera el mismísimo Galileo- desaparecerá de éste.

La mordida al gran contrato público. Y si éste pasa de cierta cantidad -y no se puede adjudicar directamente- se lo parte a cachos y se le da `negociando´ el procedimiento, sin publicidad, al que no le corresponde mientras otras empresas mariachis le acompañan para que Jalisco siga siendo el rey. Como al funcionario -el que se dejó las pestañas estudiando- y que se creía del todo independiente gracias a la ley; si se escantilla lo cambian de puesto por necesidades del servicio, le niegan una -arbitraria de toda la vida- comisión de servicio, o le retrasan una permuta sine die. Y si es buen muchacho o muchacha, pues alfombra roja que para eso está el político de turno, para que todo sea buen rollito y que no se preocupe por lo de su familiar o conocido que aunque no lo podemos hacer funcionario, ya se han encargado de hablar con un amigo del sindicado y le vamos a dar otro puestecito. Sin problemas.

Eso sólo son algunos golpes de Estado a la Democracia. Lo del búnker es otra cosa, `neo tontoelpero´. Con un poco de suerte te puedes meter en la cosa y aprenderá otra palabra magnífica que se llama subvención.