Nos encontramos en un momento en el que cualquier chispa puede saltar y encontrarnos todos metidos en una guerra mundial que con el armamento que se posee bien pudiera ser nuclear

Y es que por si fuera poco con lo que  está sucediendo  en Ucrania, que va camino de ser una guerra asimilada que es el paso previo a un conflicto olvidado, ahora el planeta mira con auténtica  zozobra hacia el mar de China.

La visita de Nancy Pelosi,  que viene a ser algo así como la Meritxell Batet de EE UU pero con mucho más poder y predicamento político, a Taiwán es una gota más en el vaso de la tensión.

Insisto: es como si hubiera una conjura de unos pocos para que todo empeore.

Porque digo yo que Pelosi no fue hasta Taiwán por su cuenta, sino  que fue con el respaldo del presidente Biden, que para eso es de su mismo partido y él es el Presidente de los EE.UU.

Pero también digo que lo toca ahora es que tanto EE UU como China hagan esfuerzos para acabar con la invasión rusa en Ucrania, en lugar de poner al fuego más calderos. Parece como si hubiese un interés especial en mantener la tensión por todos los lados porque ¿Qué necesidad tenía Nancy Pelosi (con el permiso de Biden) E de ir a Taiwán sabiendo, además, lo que iba a provocar?.

Hay momentos en los que es difícil saber quienes son los buenos y quienes los malos. Y en este caso la actitud de EE.UU no parece la más coherente.

Eso sí, las empresas que fabrican armamento se frotan las manos. Como también los suministradores de energía, que ven cómo el precio del petróleo y el gas sube cada vez que hay un conflicto más sobre la mesa.