Opinión

El Coronavirus y los niños

El Coronavirus y los niños

Ha pasado la preciosa noche de Reyes. Con todos los encontronazos que ha podido haber en Navidad (como ocurre siempre entre familias), pero, desde luego, la ilusión de los niños en esa noche compensa todo lo malo que  ha podido ocurrir.

Pero, ¿Pensamos de verdad  en los niños?. Ya quedan muy lejos los tiempos pre pandémicos en los que era una obsesión el bienestar físico y emocional de nuestros niños.

¿Y ahora, cómo afecta el coronavirus a nuestros niños?. Fíjense, los niños de cuatro años han pasado la mitad de su vida sufriendo las consecuencias de la pandemia. No le van a quedar recuerdos de cómo era su vida antes de la pandemia ya que las personas empiezan a ser autoconscientes a los tres años de edad.

¿Qué están percibiendo estos niños ahora?. Pues a sus padres angustiados por la enfermedad, por sus mayores, por sus empleos, por el teletrabajo o por familiares ancianos que les rechazan por temor al contagio.

El coronavirus es una tragedia de terribles dimensiones que empezó en marzo de 2020 y que se nos ha llevado de la peor manera a muchos seres queridos. Afortunadamente, las vacunas disminuyen los fallecimientos e ingresos hospitalarios. La variante Ómicron acelera día a día un proceso que, según algunos expertos, puede llevarnos a una inmunización de forma natural. Otros dicen otra cosa porque hay mucha gente sin vacunar. También avanzan  las investigaciones sobre los tratamientos más efectivos.

La única decisión que tienen que tomar los gobiernos es la velocidad a la que quieren llevar todo este proceso sin que llegue a saturarse el sistema sanitario.

Y a nosotros lo que nos queda es determinar el cómo asumir todas estas circunstancias que invitan a la esperanza y al optimismo cuando la vemos de manera totalmente fría y sin calentones.

Los que son padres y los que son abuelos deberíamos proteger a nuestros hijos y nietos porque sus infancias ya han sido bastante atípicas. No permitamos que además de atípicas sean trágicas.

Me viene a la cabeza la Nana de Miguel Hernández a su hijo recién nacido en plena Guerra Civil: Tú, satisfecho. No te derrumbes. No sepas lo que pasa ni lo que ocurre.