Opinión

Duelo en el Senado

Duelo en el Senado
Cuando este artículo vea la luz en prensa, Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo se estarán viendo las caras  en el Senado, una cámara legislativa a la que se atribuía un papel secundario en el modelo de democracia española y que ahora verá, en lo que resta de legislatura, que cada pregunta del líder de la oposición al presidente del Gobierno concita el interés mediático de la jornada.

Solo por eso, bienvenido sea, pues va siendo hora de reivindicar el papel de los senadores y que sus compañeros diputados asuman que no son el ombligo del mundo.

En realidad son los propios partidos los que deberían hacérselo mirar. Casi todos sin excepción han visto siempre el Senado como un lugar en el que relegar a aquellos que no hay manera de jubilar o que incomodan un poco. El Senado es hoy por hoy, un cementerio de elefantes. De esa forma, la lista de candidatos al Senado se conformaba con los -digamos- retales.

Tras ser elegido presidente  del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo no tuvo otra que convertirse en senador de designación autonómica para así tener asiento en las Cortes y poder tutearse con Sánchez en duelos como el de esta semana. Un duelo con sabor claramente preelectoral, con las elecciones andaluzas a las puertas y con el PP oliendo el aroma de una victoria y la sangre de una derrota socialista, una debacle que ya se encargaran los populares y el resto de partidos de presentar como un fracaso de Sánchez, pues a fin de cuentas el candidato a presidente andaluz, Juan Espadas, fue “impuesto” por Ferraz. De hecho, hasta en las filas socialistas son muchos los van afilando ya las navajas para pasar factura a una forma de controlar el partido que pasa básicamente por vaciarlo de vida y dejar su actividad en manos de Moncloa, como  si el PSOE fuese un apéndice o un mero adorno.

A la espera de esa cita electoral, Sánchez y Núñez Feijóo encaran un duelo dialéctico  con estrategias diferentes. Hasta el momento, Sánchez se aferra al monotema de presentar al PP como aliado de la ultraderecha, en un intento así de reactivar a la militancia socialista y si es posible arañar también algún voto de lo que fue Ciudadanos y del propio Podemos. Núñez Feijóo, por contra, no entra al trapo y entrega el protagonismo territorial a sus barones, algo que es muy novedoso en un partido tan centralista como el PP. El dirigente popular sigue con su táctica de crecer por el centro y ya se verán qué dicen los números y con quiénes se puede contar para gobernar.

Hay, por tanto, cita en el Senado. Ya es hora de pensar que el mundo no  nace y muere en Congreso.