Opinión

Quieren tenernos asustados

Quieren tenernos asustados

Dicen en Estados Unidos que las buenas noticias no son noticias. Y ha calado la cosa a nivel planetario. No hay más que ver qué publican los medios, da igual el formato, y cómo hacen los tratamientos. Cuesta ver informaciones agradables. Cada vez parecen menos, precisamente cuando más necesidad tenemos de ellas.

Este viernes, el lío del Deutsche Bank, los follones políticos en Francia, el recrudecimiento de la guerra en Ucrania y la que se viene en Alemania fueron temas de apertura generalizados. Y junto a ellos, las diferencias políticas de costumbre en el panorama nacional, con la peineta incluida en Castilla y León, junto con un episodio más de la desvertebración que padece la izquierda.

También fueron prolijos los seguimientos con respecto a las miserias del Barça; compartiendo protagonismo con el primer gran incendio forestal del año, cuando apenas estamos a días de abrochar el primer trimestre de 2023; y con las últimas desfachateces en el caso Mediador.

Por si poco fuera, el ahorro de las familias españolas se halla bajo mínimos, pasa como si nada que en Sevilla quisieran vender a un recién nacido, ¡viva la indiferencia!; y tenemos que seguir soportando la nula sintonía entre los gobernantes y los secretarios judiciales. Estos tres temas, de segunda o tercera fila a estas alturas de la vida, son tres perfectos ejemplos de problemáticas cronificadas que apenas si nos roban unos pocos segundos de nuestro preciado tiempo, con el permiso de redes sociales y demás gaitas.

Parece que se busca tenernos asustados, encolerizados, cretinizados, aburridos y cansados. Con el miedo en el cuerpo hasta la médula, suele ser más complicado pensar, reaccionar y actuar. Perfecta simiente para que cuajen las crisis y afloren los sentimientos mezquinos. Pero ojo, la derrota depende de cada uno. Y sonreír y pensar en positivo no cuesta dinero.