Opinión

La soledad no deseada

La soledad no deseada

La felicidad de una persona se determina fundamentalmente por la calidad de sus relaciones interpersonales y de sus vínculos afectivos. Por eso preocupa mucho el número de personas que, en las sociedades occidentales, se sienten solas y no tienen el paraguas de la familia,  amigos, compañeros, vecinos, parejas o, incluso, ciberamigos.

Pero una cosa es estar solos y otra muy diferente es sentirse solos porque estar solos puede llegar a ser un placer si es por voluntad propia porque sirve para la creatividad, el rendimiento personal o la propia relajación. Como digo, estar solo sin sentirse solo es un placer. A eso se le llama SOLEDAD DESEADA y disfrutada.

Sin embargo sentirse solo es una percepción asociada a sentimientos negativos y desagradables. Y se le conoce como SOLEDAD NO DESEADA. En este sentido la soledad es una experiencia dolorosa derivada de la carencia de esas relaciones interpersonales. Y esta soledad no deseada tiene, además, distintas caras. Por un lado está la soledad emocional que es la experiencia de carecer o tener pocos lazos afectivos íntimos, o tenerlos negativos o dañinos. Esta soledad puede tenerse aún estando rodeado de gente. Es la forma de soledad más dolorosa porque está llena de tristeza y melancolía, e, incluso, desesperación.

También está la soledad social que es cuando se tiene un escaso tejido interpersonal o insuficientes contactos o no está conforme con su círculo social. Esto puede ocurrir en el trabajo o en el propio barrio o en las redes sociales.

También esta la soledad circunstancial que es la que se tiene cuando una coyuntura te obliga a permanecer solo como trasladarse a otra ciudad u otro país, o jubilarse, quedarse en paro o finalizar sus estudios, pérdida de alguien querido, ruptura de pareja o la independencia de los hijos. La persona que está así poco a poco va recuperando la normalidad y la vida social.

La soledad es un auténtico problema de salud pública teniendo un gran impacto de salud física, mental e interpersonal, sobre todo, cuando es duradera.

En personas adultas y mayores llega a ser un problema de riesgo de mortalidad y tiene que ver con problemas de salud mental como ansiedad, depresión o ideas suicidas.

En ocasiones también el propio miedo a quedarse solos hace que este problema se agrande.

La soledad empieza a considerarse como una epidemia callada y silenciosa. Por eso es necesario visibilizar la soledad desde edades adolescentes y apostar por las relaciones positivas y el afecto profundo.

Y es curioso como en una sociedad hiperconectada una gran cantidad de jóvenes digitales se encuentren aislados. Tener amigos virtuales no ayuda a no sentirse solos.

¿Estamos también cambiando el modo de vivir o de comunicarnos?. Creo que sí.