Opinión

Miopía curricular de la Junta de Andalucía

Miopía curricular de la Junta de Andalucía
Desde que el Ministro José Ignacio Wert comenzó a anunciar la reducción de los horarios para las materias “humanísticas”, no ha parado la ola de recortes de estas materias en los currículums, tanto estatales como autonómicos. ¿Por qué ese empeño en reducir el tiempo de estudio de materias como la Filosofía, Segundas y terceras lenguas extranjeras, Educación Física, Música…? ¿Es que quienes mandan en la Educación han perdido la razón?

Es muy probable que estas personas sean razonables y la mayoría seguro que tienen preparación suficiente para entender que estas materias <socio, culturales, deportivas y lingüísticas> son esenciales para la formación de la personalidad de las futuras generaciones de ciudadanas y ciudadanos.

Y si eso es así ¿a qué viene tanto recorte? No es descabellado pensar que estos políticos asumen unos determinados límites a la hora de planificar los curriculum, de manera que, en lugar de pensar globalmente en la formación humana, ciudadana y académica del alumnado, se contentan con decidir desde la perspectiva de los presupuestos. Ponerse las gafas, mal graduadas de las perspectivas del limitado gasto en educación, no corrige la miopía que estas preclaras mentes políticas que perciben muy borrosamente lo necesario, porque esto no parece que quepa en el presupuesto.

La infancia y la juventud viven en sus mundos digitales más horas de las que viven en el real y, además, saltando con prisas de unas experiencias a otras, casi siempre vividas individual y aisladamente, sin sosiego suficiente, ni ayudas, ni métodos para asimilar el inmenso volumen de información que, a través de internet, se cuela en sus dúctiles e inocentes mentes. Los Centros educativos son cada vez más necesarios para permitirles espacios de reflexión y cooperación con iguales. En ellos sería posible por parte del alumnado ir generando por sí esquemas de pensamiento propios que se inserten coherentemente en los generales que proyecta la Cultura, con mayúsculas, de las comunidades en las que viven.

Todo está cambiando ¡y a qué ritmo!, sin embargo en los centros educativos se producen pocas transformaciones y de esas pocas, la mayoría no afectan a una estructura rígida, compartamentalizada, jerarquizada, vertical, que mantiene elementos de la tradición cuartelera que los origina. Y no sólo la estructura, sino que las dinámicas que en ellas se generan, más que la creatividad y la cooperación, promueven contrariamente la obediencia, la conformidad, la competitividad y el individualismo. Anti-Valores. ¡Si Anti- valores! Porque al fin y al cabo son estos los auténticos contenidos de estas instituciones que se dicen “educativas”.

Este análisis parte, por contradictorio que parezca, de un enorme afecto a la Educación y un claro reconocimiento del esencial papel de la docencia. Una docencia que debe, y en gran parte se afana, ofrecer propuestas de honradez, compromiso, solidaridad, a las nuevas generaciones que tendrán una ocasión única en sus vidas para formarse como buenas personas. Esta docencia, que debe ser UNA en su reconocimiento, diversa en su especialización, para hacer bien su trabajo, precisa de cambios sustanciales en las instituciones educativas. Estas deben llenarse de todo tipo de disciplinas imprescindibles para no dejar coja esa formación de la infancia y la juventud. Tanto en los aspectos multidimensionales de la personalidad (físicos, psicológicos, cognitivos, emotivos) como los sociales que permitan una sana y constructiva convivencia.

Consecuentemente deben aumentarse y diversificarse las plantillas de personal, no solo docente incluyendo quienes atienden y monitorizan las necesidades educativas especiales (inclusividad), sino que entren  nuevas profesiones relacionadas con la salud, la clínica, el trabajo social, la prevención riesgos laborales. Además de estar abiertos a la participación de las familias en los procesos educativos. Centros educativos que asumen la responsabilidad de ser “agentes de desarrollo comunitario”, sobre todo en miles de pequeñas comunidades en las que representan la única institución cultural del territorio.

Las visiones de esta necesaria, después de 100 años, Escuela Nueva, sin duda permitirán transcender el rígido, apergaminado, trasnochado, anacrónico (aunque no parezca) esquema actual de los Centros Educativos. Pero la miopía, o la desgana, o la apatía de quienes políticamente deben liderar estas profundas transformaciones, solo les permiten decidir el quitar horas de música, de lenguas extranjeras, de filosofía o historia... Tiempo es de superar los triviums y quadriviums para comprender globalmente las necesarias grandes transformaciones que las instituciones escolares deben experimentar para no seguir educando a las nuevas generaciones para un mundo que ya no existe.