(1 - 1) El bombo de la Copa del Rey con Madrid y Barcelona, ya espera al Algeciras CF
17/10/2013 | 01:40
HARO (LA RIOJA). - El destino, tantas veces esquivo, tantas veces en contra, ese sino de sufrimiento de que todo sale mal y puede salir peor, se tornó en una inmensa alegría, de las que se recordarán. El Algeciras no fue tan superior al Haro tuvo que llegar a los penaltis, claro que ese sufrimiento intrínseco no podía faltar, y ahora sólo queda esperar que el viernes, en Las Rozas, el bombo complete la gracia y la bola del Real Madrid o el Barcelona, por pedir ya lo máximo, sea la que se empareje con los del Centenario. Ahora hay que recordar de todo lo pasado. Romero, el Gato eterno ya, logró detener un penalti e intimidar a los rivales. Luego llegó el último gol de Alfaro y la explosión que el equipo de Sanlúcar estaba esperando. Ni cansancio ni nada podía con los saltos de un equipo que no fue brillante pero, de nuevo, se dejó el alma. Ahora sí, el destino si jugó a favor de los que tanto han (hemos) sufrido. Lo de La Rioja, a lo mejor, es el cambio de rumbo de la entidad. El domingo, ante el Albacete, habrá que empujar a unos hombres que llegarán reventados pero felices como pocas veces.
El drama en toda su extensión se vivió en el Mazo. Un campo, que ni mucho menos fue infierno, para el Algeciras pero que si presentó un rival incómodo que no dejó maniobrar a los algeciristas que, salvo momentos puntuales, no demostró la teórica superioridad de categoría. El Haro uso sus bazas. Mucha presión, mientras que le aguantaron las fuerzas, un par de hombres arriba rápidos y sobre todo orden para abortar el juego de Javi Chico. En el otro bando, los de Sanlúcar, sólo por momentos y cuando al rival le flaquearon las piernas, puso sobre el tapete algo de juego. Hizo méritos para ganar, aunque no sobrado, y además tuvo dos acciones polémicas. El penalti a Melchor es indiscutible y más dudoso el gol fantasma de Andújar. En cualquier caso 120 minutos no sirvieron para ganar y se llegó a la mal llamada lotería de los penaltis. En ella, por una vez, la suerte sonrió al Algeciras. Falló Javi Chico, cumpliendo con la tradición de que los cracks son los que fallan en estos casos, pero su partido fue para enmarcar.
La Copa del Rey, ya se sabe, tiene otro sabor. La intensidad, el saber que no hay nada más allá después del partido para el que pierda hace que el fútbol no sea el más brillante pero si emotivo, tenso y sobre todo que se luche cada balón como si fuese el último. Qué pena no tener hasta el final, por el bien del fútbol español, dicho este sistema. El duelo comenzó, como se esperaba, con nervios, balonazos a un lado, a otro y sin control. La superior categoría de los rojiblancos se compensaba con el buen hacer, en la presión, de los locales y su motivación. Apenas había pasado nada, más allá de un ir y venir, cuando el Algeciras encontró premio. Una falta sobre Melchor, en el 13, la botó Maíquez y fue rematada, previo toque de un defensor del Haro, por Harper al fondo de las mallas. Gol de delantero centro y celebración con todo el grupo. Parecía, error, que lo más difícil estaba hecho. No hubo tiempo ni para celebrarlo. Dos minutos más tarde, el cuadro local trenzó una contra, lo más peligroso que mostró en el primer acto, que resolvió de manera magistral Ander Franco. El interior, el mejor del Haro, desbordó por la izquierda, recortó a dos defensas y cedió a Alberto que fusiló a Romero. Los dos equipos tenían un gol en su casillero sin haber hecho méritos para ello.