Jesus Melgar
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Jesús Melgar: "Algeciras, beso tu tierra y te lo agradezco eternamente"

Jesús Melgar: "Algeciras, beso tu tierra y te lo agradezco eternamente"
El periodista Jesús Melgar Gómez ha recibido este viernes el nombramiento de Hijo Adoptivo de la ciudad de Algeciras. Un título con el que se cierra una reivindicación iniciada hace años por Alberto Pérez de Vargas en una columna de EuropaSur, y que ahora se ha hecho realidad tras una campaña de apoyos emprendida por amigos y celebridades.

En un abarrotado Salón de Plenos, al que no quisieron faltar íntimos del periodista como Carlos Herrera o Goyo González, Jesús Melgar dedicó unas emocionadas palabras a la ciudad que le acoge ya, para siempre, como hijo suyo, un título que subraya que Algeciras es la ciudad donde se crió, a pesar de que su nacimiento fuera en la Estación de San Roque; y que ha sido también la ciudad que ha llevado por bandera en sus innumerables periplos periodísticos por todo el mundo.

"Estoy honradísimo. Sorprendido y desbordado. Ser hijo de Algeciras es algo que siento en mi interior desde hace años. Mis recuerdos más enternecedores de la infancia están en la calle Sevilla, donde jugué; en la panadería La Estrella, donde me alimenté; en mi barrio de San Isidro, bajo la insigne mirada del Medinaceli, donde fui monaguillo y crecí; en el patio de recreo de Salesianos, donde jugué y estudié; en la playa de Los Ladrillos, donde me bañé; en el parque María Cristina, donde me enamoré; en La Escalinata, donde me paseé; en la lonja tempranera de pescado, donde flipé. Al fin y al cabo, Algeciras Mare es eso, mi madre, mi tierra, la que recibió los cuerpos de mis muertos y la que acogerá sin duda a mi gente rebosantes de mi vida".

"Especialmente en estos días me siento invadido por imágenes, por palabras, por situaciones, por sensaciones de ayer. Son también emociones que provenientes de mi historia personal se instalaron para quedarse en mi interior. Esa nostalgia, que puede llegar incluso a dolerme con la añoranza de un regreso a tiempos y lugares imposibles de repetir, que son anhelos condenados a incumplirse. La gratitud de estar presente cuando regresamos a aquellos lugares, a aquellas voces, a aquellos sonidos, a aquellos ruidos cotidianos, a aquellas luces con sombras de los rincones en los que vivimos nuestra infancia y nuestra pubertad".

"No se trata sólo de celebrar una presencia nostálgica, sino de integrarla como parte del inmenso don de haber podido vivir momentos de tanta plenitud junto a los que considero mi pueblo y mi gente, que sois vosotros. Vivir puede asemejarse muy bien a un largo viaje lleno de aventuras, de desgracias, de alegrías, de avatares, de desesperanzas y azares. Es la nostalgia de los griegos convertida en mito a través de la figura de Ulises en su larga travesía de regreso a Ítaca. Detrás de cada travesía persiste la nostalgia de volver al hogar. Uno anda buscando siempre la manera de volver a su propio puerto como símbolo del encuentro con la paz interior. Aunque la mayoría de las veces ande uno obstinado en perseguir lo que ya no existe. Qué pedazo de complejo de Edipo que tengo encima por partida doble en este momento. Ahora me siento con dos madres, la mía de nativitati y la Estación de San Roque, y ahora la madre que siempre tuve, Algeciras Mare. Y, os digo la verdad, siempre me he sentido algecireño por encima de este trámite de hoy".

"Y lo he pregonado por todos los medios en los que he estado. Y mis vivencias se me agolpan, desde que al año de nacer mis padres me trajeron a esta bendita ciudad de Algeciras. Dicen que la pasión ciega el conocimiento, por eso quiero tanto a Algeciras, que hasta me gustaba el olor del río de la Miel, alucinaba con él. Cada vez que bajaba a las puertas del bar Los Pulpos, olía su pestilencia que para mí era un perfume, porque era el río de la Miel de mi tierra algecireña. Y sentí pasión por la playa de Los Ladrillos y su olor a brea, donde viví las noches al fresco en las aceras de nuestros mayores sentados en sillas de enea o repetir aquellas noches en nuestros cines de verano. Ay mi cine de la calle Sevilla, ese olor a azahar, esa horchata en el ambigú, y por los sabores de los nuevos chumbos gordos y frescos de cada año, por el sonido de la caracola paseando a la Virgen del Carmen que inauguraba con su bendición nuestra temporada de baños; por el sabor del pescado de la calle Munición o del pecado en esa calle Munición donde los alternes en el Pasaje Andaluz y las atracciones del Rey Chico eran también complementos".

"Y si el paisaje es glorioso, qué me decís del paisanaje. Me siento orgulloso de ser paisano de aquella lotera gitana de vida difícil, doña Agustina Jiménez Fernández, la Cagancha, que se defendía de las crueles burlas de los chiquillos. Seré paisano de Pepe el Orejas, eternamente arreglado, pulcro y elegante a su manera. Y el matrimonio más unido ante la supervivencia, el Chato y la Bella, guapos por dentro y por fuera. Y de don Juan García Brenes, Juanillo el Zambo, el que nada ambicionó y nada tuvo, excepto pedazos de madera que eternamente llevaba para aquí y para allá haciendo de las aceras su lugar de descanso. Y sentiré más afecto todavía por aquel Juanillo el Tonto, al que sus ojos achinados le escrutaban con su sonrisa perpetua y su buen estado anímico. Y me retaré con un sheriff eterno con estrella y chaleco como el Tosmi. Ser paisano de Fernando Ramos Argüelles, de José Luis Garín, del Cojo Medina, de Miguel Mateo Miguelín, de Rafael Argelés o Ramón Puyol, del padre Flores, de Andrés Mateo, de Pepe Rebolo, del insuperable Paco de Lucía, del recacentista y polifacético José Román, del insigne Pepe Vallecillo, mi mentor rondeño y literario. Y compartir honores con Pepe Ojeda, Paco Prieto, Sergio González Otal, José Luis Pavón o Miguel Ramos Miguelete en la nómina de hijos adoptivos".

"La gratitud de estar presente cuando regresamos a aquellas voces, a aquellos ruidos cotidianos, a aquellas luces con sombras, de los rincones en los que vivimos nuestra infancia y pubertad. Parafraseando al poeta, mi infancia son recuerdos de la calle Sevilla, frente por frente de la calle Libertad. Qué bonito nombre para una calle, ¿verdad?".

"Agradecimientos, muchos. Dejadme que baje al ruedo y bese a esta tierra que hoy me amadrina. Gracias, Algeciras, espero merecerme este alto honor que me haces, adoptándome como tu hijo, así que beso tu tierra y te lo agradezco eternamente".

Jesús Melgar: "Algeciras, beso tu tierra y te lo agradezco eternamente"