ALGECIRAS. - Así de crudo, así de duro, así de real. Hace cuatro días, veinte personas morían en aguas del Estrecho de Gibraltar al intentar cruzarlo buscando llegar a esta parte de la orilla. Una patera a la deriva perdía a veinte de sus integrantes, recuperándose por el momento tan solo nueve cadáveres y quedando once desaparecidos. Ayer, Algeciras Acoge y la Asociación pro Derechos Humanos de Andalucía, convocaron una jornada de protesta en la Plaza Alta, donde bajo el lema "No más muertes en el estrecho, por un mar solidario", reunieron escasamente una veinte personas. Casi las mismas que el número de fallecidos por el que se concentraban. Duro y difícil explicar las muertes, pero más duro y difícil es explicar la indiferencia con la que se trata este asunto que ni siquiera es capaz de mover y remover conciencias, no ya políticas habida cuenta de la escasísima presencia de ellas, sino de los propios ciudadanos que asistimos impávidos a esta oleada de muerte que nos sacudimos con un "que lastima", pero que nos deja indiferentes. Ocho de los fallecidos eran bebés, niños, y ni por esa. Estamos ante una nueva tragedia evitable, tristemente habitual, y que merece la más enérgica repulsa a unas políticas migratorias que se centra únicamente en el control de las fronteras y no en la atención humanitaria que debería prevalecer. Para próximas citas, y ojalá no haya más, no estaría de más que por parte de las asociaciones convocantes se contara con todos los medios de comunicación posible.