El peor enemigo del avance de una ciudad son sus propios ciudadanos, sus vecinos, que en ocasiones parece que no llevan bien el que haya avances en determinados asuntos o calles. Es el caso del barrio de San Isidro, sometido desde hace ya varios años a una intensa reforma en cuanto a las calles, aceras y la estética, pero que sufre continuos ataques de vandalismo.

El último, este pasado fin de semana cuando un grupo de energúmenos la emprendió contra los maceteros de la calle Gloria, dejando destrozados alguno de ellos, con una clara intención de ensuciar la imagen de un barrio y una calle, recientemente reformada y con aspecto mucho más cuidado.

No es el primer ataque, y mucho nos tememos que no será el último. Aun así, desde el gobierno local apuntan a que es importante la colaboración ciudadana para descubrir a estos vándalos, a la vez que refuerzan el compromiso para mantener en las mejores condiciones las calles y barriadas de la ciudad.