Horas después de producirse la detención, efectivos de la Policía Nacional registraban la infravivienda en la que el detenido vivía junto a otras personas en una casa patera de la calle Ruiz Tagle. Allí, según fuentes policiales, se extrajeron varios pendrives que contenía contenido vinculado al salafismo.

Sin embargo, la naturaleza yihadista de su ataque es el principal asunto pendiente de dilucidar de manera oficial en el ámbito de la investigación. El ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, insistió durante su visita de ayer a Algeciras en pedir cautela antes de adoptar ninguna conclusión al respecto que no se derive de las diligencias policiales y judiciales.

La salud mental del detenido es otra de las cuestiones que está siendo analizada en el curso de la investigación. En declaraciones a los medios, uno de sus compañeros de piso afirmaba que su comportamiento se transformó en los últimos dos meses, cuando comenzó a rezar, se dejó la barba y empezó a hablar de cosas que no tenían sentido, relacionadas con el demonio y con Dios.

Según informa EuropaPress, al detenido le constan antecedentes en Marruecos por problemas de salud mental. Al respecto, el fiscal jefe de Algeciras, Juan Cisneros, ha explicado que su posible perturbación no elimina la calificación de acto terrorista, ya que una cosa es el principio de culpabilidad y otra el hecho en sí cometido, y que será esta cuestión la que determinará si se somete a una pena judicial o a una medida de seguridad, y si el caso es asumido por la Audiencia Nacional o por los juzgados de Algeciras.

No obstante, Cisneros matiza que, cuando se ha atacado a unas víctimas tan significadas por su religión, y cuando lo que se ha hecho es un ataque por motivos religiosos frente a otra religión a la que se quiere eliminar, se incurre en una de las motivaciones que recoge el Código Penal como acto terrorista.