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El reconfortante ritual de comprar en el mercado de abastos

El reconfortante ritual de comprar en el mercado de abastos
ALGECIRAS. - Para algunos, comprar en el mercado de abastos es todo un ritual que repiten día tras día los más afortunados, y cada sábado por la mañana los que durante el resto de la semana lo tienen difícil debido a su jornada laboral. El ambiente que se respira en los alrededores del Ingeniero Torroja es algo que te va envolviendo desde que llegas procedente de algunas de las calles cercanas, donde ya se respira este sabor de antaño. Juan Moya con sus postales de siempre, el gitano de los ajos, el templo del pescado…, poco a poco y como queriendo meterte en situación, los sonidos se van entrecruzando creando una nube de precios y productos que te obligan casi a “picar” en cada uno de esos espacios. Las numerosas cafeterías y churrerías de los alrededores sirven el mejor café de la ciudad, al menos el que mejor sabe, ese café mañanero acompañado de la gran rebanada que es capaz de soportar todo lo comestible. La Botica, Pelayo, La Tertulia, los Tangerinos…, te preparan para la agradable batalla de recorrer las callejuelas del mercado en las que mirar, tocar, preguntar, saludar y adquirir lo necesario. Al final del recorrido, los mismos lugares te reparan de la dura batalla.

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En el exterior e interior, todo un complejo comercial con productos de primera calidad y a unos precios para todos los bolsillos. Juan, que vende su fruta en el exterior del mercado también vende su puesto, “a medida que avanza la mañana, los precios de algunos productos bajan de precio, es como una subasta”. La señora Ana, que acaba de hacerse con una gran bolsa de tagarninas por un euro, da una lección de economía, “me llevo solo las gangas y las voy administrando durante la semana, incluso congelando, y eso que me llevo lo justo”. Por cierto, conseguí hacer dos litros del primer gazpacho del año por solo 2,5 euros asesorado por la señora Ana, ¿es o no es barato? Otros, como Antonia en uno de los puestos de verduras pide un poco de ayuda, “hay menos gente que antes, y tenéis que hacer algo (lo dice por los medios) para que bajen otra vez y vean que la plaza es más barata que los centros comerciales”. Eso si, se quejan y reivindican cosas ya históricas, “el aparcamiento es el problema. No puedes cargarte de productos y recorrer casi un kilometro para coger tu coche”. Aunque un cliente que nos escucha también aporta soluciones, “yo vengo con mi mujer, ella se queda con la compra y yo voy a por el coche y paso a recogerla”. Dentro, en las pescaderías, Luis nos cuenta que la cosa mejora "a paso tortuga", “se ve más movimiento, pero siguen gastando lo justo. A veces es difícil deshacerse del género, incluso bajando los precios, pero es verdad que hay mas movimiento”. Pepe, en uno de los puestos de carne, no es tan optimista, “voy a tener que traer los pollos vivos y si no los vendo, al corral y hasta el día siguiente.  No hay un duro”. En lo que coincide todo el mundo sin excepción es en la amabilidad y la simpatía que destilan el 100% de los comerciantes, una alegría que invita a pararte, a mirar y en muchos casos a echar algo en la cesta de la compra. En la pescadería, varias clientas saludan amablemente y preguntan por el precio de los boquerones o los mejillones, dan los buenos días y se reparten piropos. Mari y Sandra, posiblemente las charcuteras mas alegres de todo el territorio, no desaprovechan ni una sola ocasión para decorar el puesto y para disfrazarse. Si no lo han hecho nunca, les recomiendo una visita al mercado Ingeniero Torroja, un lugar capaz de despertar los cinco sentidos, y por cierto, ahora que se reabre el debate sobre los lugares de interés de la ciudad, ¿qué tal una visita guiada?, a escolares, a asociaciones, a turistas. Recuerden que el edifico data de 1935, está declarado Bien de Interés Turístico por la Junta de Andalucía, considerado el mejor ejemplo del “Movimiento Moderno” de toda Andalucía, y durante 30 años (1935 – 1965), fue la cúpula más grande del mundo y de la historia hasta la construcción del Astrodome de Houston. Está considerado como uno de los hitos de la arquitectura española del siglo XX. ¿A que merece la pena?

El reconfortante ritual de comprar en el mercado de abastos