En el término municipal de Algeciras confluyen dos parques naturales, siendo esta localidad el extremo sur del PN Los Alcornocales que nace al norte en la Sierra de Cádiz, y también la parte más oriental del PN del Estrecho, que combina entornos costeros, de sierra y de monte bajo desde Algeciras a Tarifa. 

Esta gran variedad de paisajes se traduce en una amplia gama de itinerarios posibles que pueden realizarse dentro del término municipal de Algeciras, o escoger algún punto de esta localidad para terminar adentrándose en terrenos de municipios vecinos como Los Barrios o Tarifa. Además, también está la opción de recorrer desde Algeciras algunos tramos del Corredor Verde que une, desde Puerto Real hasta Palmones (Los Barrios) las dos principales Bahías de la provincia, la de Cádiz con la de Algeciras. 

Las rutas posibles que recorren la parte algecireña del Parque Natural de Los Alcornocales son varias, y todas permiten disfrutar de uno de los bosques de alcornoques más extensos de Europa y explorar senderos que te llevarán a través de frondosos bosques, arroyos y cascadas, observando maravillosos paisajes de la bahía y la comarca, además de flora y fauna únicas de la región.

De entre todas ellas, señalamos especialmente dos enclaves que destacan por su belleza e importancia: el río de la Miel y la Garganta del Capitán. 

La Garganta del Capitán, es un destacado valle encajonado entre el sistema de montañas de Algeciras por el que discurre el arroyo que supone un magnífico ejemplo del característico ecosistema de la zona llamados “canutos” y en el que encontramos un bosque con especies vegetales como alcornoques, laurisilva o helechos de la Era Terciaria. Su sendero conduce a unas espectaculares pozas naturales y cascadas que se forman en ella.

Además, por la presencia de tumbas antropomórficas de la Edad de Bronce, el antiguo molino y la figura del capitán bandolero Gabriel Moreno que da su nombre a la garganta, nos encontramos además en un lugar cargado de historia y leyenda que actualmente se encuentra perfectamente señalizado para el visitante. 

Cerca de este enclave encontramos también a garganta o "canuto" del Río de la Miel, uno de los espacios naturales de mayor valor ecológico del Campo de Gibraltar. Los senderistas más experimentados apuestan incluso por visitar ambos sitios en un mismo recorrido, aunque cada uno de ellos merece por sí mismos, dedicarle una jornada propia para poder disfrutar más cómodamente de todo lo que ofrecen. 

Al abrigo de las laderas de las montañas que le acompañan, esta privilegiada situación ofrece al curso del Río de la Miel y al seendero que lo recorre un especial microclima en el que se han desarrollado una gran variedad de especies de fauna y flora, algunas endémicas de la zona. A lo largo de este itinerario nos encontraremos paisajes de gran belleza, incluido el salto de agua conocido como "La Chorrera". También hallaremos viejos molinos de agua (uno de ellos aún en funcionamiento), un antiguo puente y restos de la calzada llamada La Trocha que, desde el medievo y hasta el siglo XIX, se usaba como para atravesar las sierras de Algeciras y Tarifa.

Para disfrutar de todo esto, el mejor punto de partida lo encontramos en la barriada de El Cobre de Algeciras, hasta llegar a la cascada de La Chorrera que marca el final del itinerario.

En cuanto al Parque Natural del Estrecho, recorrer sus senderos nos ofrece una mezcla de paisajes costeros y montañosos. Uno de los recorridos más espectaculares es precisamente el de la Colada de la Costa, que une los municipios de Algeciras y Tarifa, partiendo desde el centro de visitantes Huerta Grande, próximo a la barriada algecireña de Pelayo, hasta llegar a los pies del castillo de Guzmán el Bueno. 

Este itinerario aprovecha una antigua vía pecuaria costera, atravesando los acantilados del frente litoral del Estrecho de Gibraltar y lleevándonos a acantilados con impresionantes vistas al lugar de encuentro entre el mar Mediterráneo y el Atlántico, calas escondidas de difícil acceso para el gran público (con las importantes formaciones geológicas denominadas flysch) y restos arqueológicos como: atalayas de vigilancia del siglo XVI, antiguos cuarteles costeros del siglo XVIII y búnkeres del siglo XX. Y todo ello acompañado dee unas impresionantes vistas del norte de África del pequeño brazo de mar que separa dos continentes.