Cuídate de la hiel de los meapilas,
cuídate del ardor de los patriotas,
cuídate del candor de las Dalilas,
cuídate del temor de los idiotas.

Cuídate de la piel de las anguilas,
cuidate de los puros por pelotas,
cuídate de la voz de las sibilas,
cuídate del amor con cuentagotas.

Cuídate del Estado y sus lacayos,
cuĺdate de la Iglesia y sus Pelayos,
cuídate de la banca y sus ardides.

Cuídate del que afirme ser honesto,
del que sepa de todo y, por supuesto,
cuidate de quien diga que te cuides.

Luis María Pérez Martín