(1-1) Parada evita la tragedia de un Algeciras atascado
23/03/2014 | 22:00
ALGECIRAS. - El Algeciras está atascado, eso es indubable. Son seis semanas sin ganar, dos puntos de los últimos 18, y la grada, esa tan particular del Mirador que pita a Sanlúcar por vez primera. "Respeto mucho a esta afición, la admiro y aprendo de ella", dijo un entrenador que aseguró, en eso tiene razón, que el punto logrado in extremis gracias al tanto del mejor jugador del partido David Parada previa parada de Romero como casi siempre, "es la leche", bueno dijo algo más fuerte y que comienza por h.
Y es que hay dos valoraciones al partido ante el Almería B. Una la de los números y la sensación. En esa el cuadro rojiblanco sale reforzado y evita la histeria o los tambores de guerra ya famosos. La distancia sigue siendo prudencial y en Córdoba, antes del derbi, puede estar la salvación definitiva.
La otra, la del juego, deja en muy mal lugar a todos los que conforman el grupo. Se puede apelar al cansancio físico, pero un equipo agotado no acaba el partido, tras jugar 70 minutos con 10, en campo rival y marcando en el descuento. En cualquier caso la permanencia parece más cerca, aunque va a seguir costando.
Lo peor del Algeciras en los primeros 45 minutos es que seguía igual de indolente que en Melilla. Sanlúcar, cuyos méritos son indudables pero también sus errores en este tramo al seguir insistiendo con jugadores que no están en su mejor momento, y su tropa parecían no entender lo mucho que había en juego. En el otro lado había un equipo veloz, joven, inexperto pero con calidad. Además, Miguel Rivera, todo un clásico, sabía que la grada albirroja, que atisbó ya pitos en la primera media hora, también se impacientaría con su equipo merced a la mala racha con la que se presentó en La Menacha.
Sumen a esto que en el minuto seis Máiquez no midió bien, tampoco Romero, y en una cesión de cabeza el balón acabó, empujado por Nono, en las redes locales. A perro flaco... A partir de ese momento el juego, por llamarlo de alguna manera, de los de casa fue un querer y no poder, un intento desesperado por empujar al rival al marco de Víctor que no tuvo que intervenir apenas en el primer acto.
Por contra, cada ataque de los almerienses, no muchos la verdad, daba sensación de peligro. Borja, que amargó la tarde a Carlos Fernández, se dejó caer en área en el 30 y alertó de que aquello pintaba mal. El extremño, superado por su rival, cometió dos errores infantiles y se fue a la caseta, con justicia, por dos amarillas en seis minutos. Los que transcurrieron entre el 32 y el 38. Romero, poco antes del intermedio, evitó el segundo de Borja tras una gran jugada de todo el frente de ataque rival. Con diez, con timidos pitos y con malas sensaciones acabó el primer envite de un partido que, antes del inicio, era clave.