(2-1) El Lucena acaba con la buena racha de los rojiblancos
16/02/2014 | 16:51
Luis Arteaga (Lucena). - Algún día tenía que ser y llegó en Lucena. La inmaculada racha de 2014 y de ocho jornadas sin perder del Algeciras se acabó en tierras aracelitanas ante el conjunto de Falete que, en su campo, es uno de los mejores equipos del grupo. El primer puerto de alta montaña de los que tienen los de Sanlúcar en las próximas semanas se saldó con un tropiezo que, más allá del disgusto, no tiene consecuencias en la clasificación. Ya toca pensar en la visita de La Hoya que llega tras golear al Cádiz y con tanto de Francis Ferrón. La derrota, dicho sea de paso, fue justa aunque ni mucho menos el Lucena fue excesivamente superior a su rival.
Casi desde el vestuario salió perdiendo el Algeciras. Y es que el duelo arrancó sin tregua ya que un disparo de Iván, que se marchó cerca del palo derecho de la puerta que defendía José Ramón, fue contestado por el eterno Pepe Díaz que coló el balón en la escuadra de Romero. El Lucena, en su primer ataque encontró premio y ponía cuesta arriba el duelo para los visitantes.
Sin embargo, el ritmo no desistió y los minutos de tanteo quedaron para otro día. Una cesión del defensa local Marcos a su portero casi provoca el gol tonto de la semana. Mientras los cordobeses se encomendaban a un inspirado Pepe Díaz que era un ciclón por la izquierda, los algecireños no parecían acusar el golpe. En ese tramo estaba el duelo cuando un córner botado por Alfaro fue rematado, a placer y ante la pasividad de la zaga celeste, por Carlos Fernández que casi la empujo. Empate y vuelta a empezar.
Claro que las ocasiones, curiosamente llegaban sin mucho fútbol elaborado, no cesaban. Romero hizo una buena parada a un centro envenenado de Díaz y también la tuvo Javi Gómez tras una falta botada por Jesús Lanza. Los primeros 25 minutos pasaron volando.
Los equipos, igualados en intensidad y ganas, parecieron tomarse un respiro aunque ninguno renunciaba a buscar el segundo. Los de casa por necesidad, los de la Bahía por la tranquilidad que les da su situación y la buena recha con la que se plantaron en tierras aracelitanas. Hasta el descanso apenas hubo nada más que destacar más allá de una caída de Andújar, en el 40, al borde del área y que el trencilla interpretó como un piscinazo.