Los pobres, si son negros, no son muertos,
son sólo carne quieta y desgarrada.
Los negros, si son pobres, no son nada,
apenas un simún de ojos abiertos.

A veces es mejor no alzar la vista,
y taparse la boca y los oídos,
a veces es mejor obviar el ruido, 
mejor no perseguir ninguna pista.

Y ciegos, sordos, mudos, nos decimos
que no son asesinos los que matan
si llevan uniforme y van armados.

Y así sigue la vida y los racimos
de cuerpos que se pudren nos delatan,
y negamos las manos al de al lado.