Hoy llueven en el campo lucha y goles.
Catar ve como empatan dos equipos,
estrellas con azules y con soles,
dos formas de jugar, dos prototipos.

Catar ya está feliz con su juguete,
termina su desértico mundial.
Al menos fue bonita la final,
comprándola con golpes de billete.

Aunque tengan derechos in-humanos,
les premian como buenos ciudadanos
y a Messi le regalan una capa.

Acaban su mundial que huele a muerto
por mucho que la arena del desierto
recubra tanto hedor que no se tapa.