Opinión

Libertad de pensamiento

Libertad de pensamiento

Los resultados han sido nefastos para todos, o casi todos, pues realmente no se ha obtenido el resultado deseado en ninguno de los casos.

Hay muchas cosas que no me gustan, pero algunas me gustan todavía menos que otras. Hay cosas que me espantan, me horrorizan y me desquician. Hay cosas que me parecen totalmente fuera de lugar e incluso innecesarias. Una de esas cosas es la falta de respeto por los demás, la gratuidad a la hora de faltar e insultar sin control, aunque después se intente camuflar las intenciones pidiendo disculpas a medias y disfrazando el discurso arrojado previamente, con una última frase en la que vienen diciendo que lo hacen “sin acritud”.

Hay batallas que han sido libradas hace tiempo y ya se ha obtenido un resultado. Hemos alcanzado una serie de metas colectivas que podemos disfrutar y las cuales debemos mantener. Entre los logros más loables para mí están la libertad de pensamiento y de expresión, lo que conlleva un deber correlativo que es el respeto de esas libertades, las ideas resultantes y la difusión de las mismas. Lo peor de todo es que a todo el mundo se le llena la boca a la hora de decir que disfrutamos de esa libertad de pensamiento y a la hora de la verdad, aquel que piensa diferente es un “borrego”, o un “necio”, o lo que en ese momento se nos ocurra y nos dé la gana de soltar.

Al respecto de todo ello, deberíamos ser un poco más racionales todos nosotros y ejercer ese respeto del que tanto alarde hacemos.

Ha pasado con los últimos resultados de las elecciones del pasado domingo. A parte de lo que se escuche u opinen en las altas esferas, el resultado del sufragio ha sido una crispación creciente a pie de calle y en las redes sociales, que viene dada por lo que yo siempre he conocido como un “mal perder” por parte de unos y de otros. Los resultados han sido nefastos para todos, o casi todos, pues realmente no se ha obtenido el resultado deseado en ninguno de los casos. Quizás sea porque yo me castigo más en estos casos y denomino “fracaso” a todo aquello que no me conduce al resultado esperado. Aunque por parte de los grupos políticos todos parecen estar más o menos contentos, al menos de momento. Deberían utilizar la jornada como una especie de segunda jornada de reflexión, en la cual intenten descubrir qué cosas no han hecho del todo bien para quedarse con estos resultados finales.

Y mientras tanto los de arriba reflexionan en qué cosas pueden mejorar para que el esfuerzo de tantas personas que hemos trabajado por un proyecto tenga sentido, los de abajo (es decir nosotros) deberíamos pensar:

  • Que somos libres porque es lo que queremos ser.
  • Que la libertad de uno termina donde empieza la de los demás.
  • Que el dialogo es la base para todo entendimiento.
  • Que la diversidad de opinión existe.
  • Que yo opine diferente, no me hace ni mejor ni peor.
  • El mundo cambia con tu ejemplo, no con tu opinión (aunque esta también sea importante).
  • Que yo no piense como tú, no quiere decir que no deba respetar lo que tú piensas.