Opinión

El extraño sentido de la solidaridad para con Europa del PP

El extraño sentido de la solidaridad para con Europa del PP
No vamos a negar la legitimidad del Partido Popular para criticar y oponerse al plan de ahorro energético aprobado por el Gobierno de PSOE y Unidas Podemos, ¡solo faltaría! Pero sí vamos a poner en solfa el cinismo con el que se está manejando en esta cuestión. Lamentablemente, el mismo cinismo –o casi, casi– con el que ha actuado ante otros muchos asuntos que son de capital importancia para el interés del estado.

Hace más o menos un par de semanas, cuando la presidenta de la Comisión Europea lanzaba la propuesta de reducir un 15 por ciento el consumo de gas –como acción preventiva ante la posibilidad de que Rusia interrumpa el suministro el próximo invierno– y el Ejecutivo español se oponía rotundamente a ello, argumentando lo excesiva que tal medida era para España, dado su escaso grado de dependencia de las fuentes rusas, los populares y sus voceros mediáticos no tardaron en arremeter contra Pedro Sánchez y la ministra Teresa Ribera. ¡Con todo lo que Europa ha hecho por nosotros estamos obligados moralmente a devolverle los favores prestados!, venían a decir chispa más o menos, impelidos por un sorprendente arranque de solidaridad –¿fingida?– hacia nuestros vecinos europeos del norte que ya querríamos algunos mostraran aquí también para con los españoles menos afortunados y no solo para con los bancos, las multinacionales y las grandes empresas.

Sin embargo, Sánchez y la ministra Ribera tenían razón y poco después consiguieron que la exigencia de ese 15 por ciento de reducción se quedara en un 7,5 por ciento, precisamente para causar el menor perjuicio posible a la economía.
Pues bien, ¿se imaginan los esfuerzos y los sacrificios a los que habríamos tenido que someternos los españoles para disminuir el consumo de gas en un 15 por ciento en lugar de un 7,5 por ciento, que es lo que el actual Gobierno ha conseguido pactar con Bruselas? Sencillamente, lo que habría ocurrido es que las disposiciones que se han adoptado y entrado en vigor para ahorrar energía eléctrica se habrían quedado cortísimas. Esa es la pura realidad.  Quien dude de esto que les cuento no tiene más que acudir a las hemerotecas, podcasts y demás, para examinar las noticias sobre el tema de días atrás e incluso comprobar lo que afirmaba Feijóo al respecto. Me estoy acordando, por ejemplo, de la que le dio Andrea Levy a Susana Díaz en el programa “Todo es mentira” de Cuatro TV, acusándola de insolidaria.

Ahora me pregunto cómo puñetas pretendían estos que nos pudiéramos comprometer a disminuir nuestro consumo de gas en un 15 por ciento sin poner en riesgo el funcionamiento de nuestro tejido productivo. A menos claro que sus arrebatos solidarios no fueran más que brindis al sol.

Estoy plenamente convencido de que el PP habría rechazado cualquier plan de ahorro energético que se le hubiera puesto encima de la mesa, independientemente de su contenido. Estoy seguro de que habrían rechazado hasta el suyo propio, de haberlo tenido, si se lo hubiera copiado y arrebatado el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. 

Porque, resulta más que evidente, la estrategia no es otra que esa. La del acoso y derribo. Una acometida más y echamos del poder al pedrismo y a sus aliados comunistas, independentistas y filoterroristas. Esta es la actitud del principal partido de la oposición y tal es su sentido de la responsabilidad. Por cómo se han comportado durante esta accidentada legislatura no hay lugar para la duda. Es triste, pero es así. Y es más triste aún constatar que ese comportamiento ni siquiera le pasa factura, sino todo lo contrario.

Recurriendo al bulo, tratan de que la gente vea con malos ojos las medidas contempladas en el plan y hacen todo lo que está a su alcance, y más, para poner en pie de guerra a los sectores del comercio y la hostelería. Aun a sabiendas de que, si gobernaran, tendrían que hacer prácticamente lo mismo, porque no queda o no va a quedar más remedio, en tanto el conflicto de Ucrania se alargue, y aun siendo conscientes de que las restricciones impuestas, ante la situación de excepcionalidad en la que se vive, son y serán positivas para el país, para la ciudadanía en general y para el medio ambiente, de cara al futuro.

Podría parecer que estoy exagerando y que me estoy dejando llevar por mi vena de radical, mas yo les invito –sobre todo a los más viejos– a que hagan un ejercicio de memoria y vean cómo, desgraciadamente, en momentos trascendentales de nuestra historia reciente el Partido Popular se ha ubicado siempre en contra del avance, el progreso y la extensión de derechos y libertades. Con otro emblema y con otras siglas, algunos de sus representantes y dignatarios hasta hicieron ascos a la Constitución, esa que hoy proclaman defender como si fuese solo suya, y votaron no a la ley de divorcio. Luego, tras su refundación, combatieron las leyes sobre el aborto y el matrimonio homosexual, se abstuvieron en la aprobación de la ley de igualdad entre hombres y mujeres y –lo que sigue no es más que una impresión, aunque bastante fundada– con ganas se quedaron de que no saliera adelante la denominada Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas Dependientes, a cuyo desarrollo y aplicación, por cierto, han puesto todas las pegas que han podido.

Esta es la carta de presentación de la derecha que tenemos. La irrupción de Ciudadanos en el panorama político nos hizo abrigar la esperanza de que otra derecha más moderna y abierta era posible y con ella un mayor clima de entendimiento entre las fuerzas de un lado y otro del arco parlamentario, pero la cosa acabó siendo solo un espejismo, El fiasco que nos llevamos con el defenestrado Albert Rivera fue menudo, y los propósitos de enmienda de Inés Arrimadas, sin firmeza ni convicción por su parte, llegaron demasiado tarde.