Opinión

23F de 1981

23F de 1981
Tenía 30 años, llevaba 2 años escasos de Alcalde en Jimena de la Fra. 

Mi hijo Jose A. había cumplido 2 años el 4 de diciembre anterior. Seguro que os imaginaréis lo que pensé aquella tarde en él y en Olimpia, mi mujer. No se me quitaba del pensamiento que si el Golpe prosperaba las  consecuencias para mí no iban a ser nada buenas. 

Algunos compañeros me aconsejaron que pusiese pies en polvorosa. 

No oculto que estaba en un mar de confusiones. A dónde iría, no podía rendirme a la primera de cambio. Opté, no sin preocupación, por quedarme.

Desde el piso de maestros donde vivía, justo frente al Cuartel de la Guardia Civil, observaba por la ventana, los movimientos. Me los guardo.

En Jimena aún persistía vestigios de intolerancia ideológica  y también gente arrinconada por un pasado duro.

Esa tarde había convocado Pleno del Ayuntamiento.  A los compañeros que acudieron al Salón, les recomendé que se marcharan a sus casas y esperasen allí acontecimientos, decidí aplazar el Pleno. Me quedó la duda de haber hecho lo adecuado. Pensé más en la seguridad de mis compañeros de Corporación. 

A las 01.30 horas, minutos después de la comparecencia del rey Juan Carlos, se presentó en mi casa el Comandante del Puesto, el cabo primero Tocón, a ponerse a mis órdenes. Supongo que esperó hasta ese momento a recibir instrucciones. 

Tensa espera hasta ese momento. En aquellas 7 horas pasó mi vida como una película panorámica.

Han pasado 41 años y aún prosiguen dudas del Golpe de Estado. En el imaginario popular se sigue pensando que aún hay secretos por esclarecer. 

¿Tuvo algo que ver el Rey? Yo más bien creo que es un bulo de la ultraderecha para protegerse alegando obediencia. El Rey fue quien paró el Golpe, tardó horas en hacerlo porque veo lógico que necesitara palpar la situación. 

Os contaré una anécdota que no sé si es conocida.

El Delegado del Gobierno en Andalucía, que había sido con anterioridad Gobernador Civil de Cádiz, con sede en Sevilla, entretuvo con Whisky  y Ginebra  al Capitán General de Sevilla, Pedro Merry Gordon, que era conforme con el Golpe, y estaba tan bebido que no pudo ni contestar la llamada del Rey. Lo llamaban Capitán Ginebra.

Siempre tuve muy claro que lo que motivó el ruido de sables era el deseo trasnochado de continuar en una Dictadura.

Quizás esto precipitó la urgencia de consolidar el cambio necesario y trabajar para que todas las instancias se reforzaran en los valores democráticos. 

Que cada uno reflexione sobre esto, si lo desea, según su libre albedrío.