Ahora nada pone sombra a mis sueños
Renunciamos a personas no porque no nos importen, sino porque nos damos cuenta que no les interesamos a ellas. La decepción no mata, nos enseña.
Nos enseña a que no todos los que nos sonríen son amigos, nos enseña a como el dolor nos hace más fuertes, la traición nos vuelve más perspicaz y la experiencia más sabios.
Yo he fallado muchas veces, he fracasado en algunas ocasiones, pero me ha servido para aprender a no confiar en cualquiera, me ha servido para creer en hechos, no en palabras.
Ninguno debemos avergonzarnos de ser como somos, quien no nos quiera y acepte así, no merece nuestro afecto. Yo he sido en ocasiones, increpado, es público y notorio, por defender mis ideas.
Soy consciente que me tomo muy a pecho mi militancia política y que puedo resultar cansino y provocador. Pero es que militar en un Partido tiene una gran dosis de compromiso.
Ninguna desilusión pone sombra a mís sueños, mi coraje no lo reemplaza nada, es mío. Sueño con una Andalucía, libre, tolerante, donde quepamos todos, o no quepa ni Dios.
Y sé bien a quienes esto no les gusta