Opinión

Algunos banalizan y corrompen el lenguaje político

Algunos banalizan y corrompen el lenguaje político
Las crónicas cuentan que cuando Castelar iba a hablar al Parlamento, se anunciaba en los periódicos como si de la actuación de un artista se tratara. La enjundia de sus discursos era siempre importante y trascendente. Hoy el fuego cruzado de nuestros parlamentarios produce sonrojo.

De la verborrea vacía de contenido, la superficialidad de sus exposiciones, la elevación a categoría de lo obvio, se pasa al reproche continuo y a la descalificación del rival. Si a esto se une la descarada compra de diputados, la batalla está servida. 

Sentí vergüenza ajena cuando desde la bancada del PP se interrumpió con risas y se gritó a Iñigo Rejón diciéndole: ¡vete al médico! cuando propuso un Plan de Salud Mental para un problema real que afronta una buena parte de la población, ansiedad, depresión.

La Presidenta Ayuso fue aún más lejos cuando dijo: "si te llaman fascista, es que estás en el lado bueno de la historia". Se quedó tan fresca, anulando de golpe las barbaridades cometidas por el fascismo. Esas palabras se debieron investigar por el peligro que implican.

Entenderéis mi preocupación porque algunos  banalizan cuando no corrompen el lenguaje político e introducen de forma aparentemente inofensiva, ideologías que son como puñales contra la convivencia y la democracia.