Opinión

Mujeres mayores y violencia de género

Mujeres mayores y violencia de género

El aumento de la esperanza de vida de las personas es un logro de la humanidad, pero es necesario realizar cambios para lograr superar los retos y disfrutar de las oportunidades que este fenómeno ofrece ya que sólo podrá considerarse un éxito si se garantiza la dignidad, la seguridad, la independencia, la autonomía y la participación social de las personas mayores; consideradas éstas en las edades comprendidas entre los 65-80 años.

Y dentro de ese grupo de personas, se encuentran aquéllas que pueden desarrollar las cuestiones básicas de su vida, sin depender económicamente de nadie, pero hay otras, que, hay que calificarlas como “vulnerables”, y que conlleva por lo general, la extrema pobreza, educación limitada, desempleados, pérdida de familia -en ocasiones-, y en conclusión, en riesgo de exclusión social. Y son a éstas a quienes hay que ayudar, y a quienes voy a referirme en este artículo.

La situación de vulnerabilidad, debido a la discriminación por razón de edad, hace que no puedan ejercer sus derechos en igualdad de condiciones con las demás. En el caso de las mujeres mayores, su situación se agrava debido a la discriminación por razón de género que se radicaliza en edades avanzadas debido a la discriminación por razón de edad. Y aún existe un gran desconocimiento sobre las características específicas de la violencia y discriminación de género hacia las mujeres mayores, lo que tiene como consecuencia una menor inclusión de sus necesidades concretas en los proyectos y programas destinados a eliminar las desigualdades de género y la violencia machista, que aún subsisten en nuestra sociedad.

Las personas mayores tienen derecho a una vida digna, libre de toda forma de abusos, entre otros, la explotación financiera, donde se encuentran con dificultades, difíciles de superar, cuando tienen que realizar operaciones bancarias, entre otras muchas.

El papel de las mujeres mayores se encuentra, desde varias perspectivas, invisibilizado. La contribución que realizan a la sociedad no se reconoce formalmente. Un ejemplo de ello lo muestran aquellas mujeres que en la actualidad cuentan con unos 60 años y que realizan las tareas de cuidado de unos padres de más de 80 años, atienden a sus maridos mayores, y ayudan en el cuidado de sus nietos/as. Es lo que en la actualidad se empieza a conocer como el «síndrome de la abuela esclava».

La violencia de género afecta a las mujeres en todas las etapas de su ciclo vital. Cuando se compara al grupo de 65 y más años con el de menores de esa edad, se observa una prevalencia algo superior para las mujeres mayores en la violencia ejercida por parte de la pareja actual. Solo recordar las noticias que aparecen a diario en medios de comunicación, donde personas maltratadas y asesinadas a cargo de sus parejas o ex parejas, son mujeres mayores.

Para salir de una situación de violencia las mujeres necesitan una sociedad que las apoye y, también, contar con recursos propios suficientes para vivir con independencia. Eliminar la brecha de género en los salarios y en las pensiones debe ser una prioridad, ya que tener recursos económicos suficientes es esencial para que las mujeres puedan enfrentarse a la violencia y empezar una nueva vida.

Considero necesario el promover formación con perspectiva de edad y de género, especialmente, en el ámbito de la salud y de la atención sociosanitaria, para así evitar conductas edadistas y facilitar la detección de situaciones de violencia machista. Además, deberá incluirse la experiencia y las voces de las mujeres en los estudios de género y promover una imagen diversa del envejecimiento, en el que emprender nuevos proyectos sea posible.

Conveniente sería el realizar campañas de sensibilización dirigidas a personas mayores, protagonizadas por éstas, y que permitan mostrarlas, como víctimas de su edad con quienes poder sentirse identificadas y facilitar, así, que tomen conciencia de su situación; al tiempo que se visibilicen experiencias positivas de mujeres mayores que hayan salido del círculo de la violencia. Asimismo, es necesario que las campañas se visibilicen también en aquellos espacios a los que acuden estas personas de manera frecuente como pueden ser asociaciones, centros de personas mayores o espacios de actividades culturales.

En concreto, los colectivos destinatarios serían los siguientes: Cargos políticos; Equipos profesionales de la administración pública y entidades prestadoras de los diferentes servicios del ámbito psicosocial.

Y es que la violencia de género, sigue siendo una realidad en nuestros días, y las mujeres mayores la experimentan de forma diferente, y esta violencia no únicamente tiene que ser física, también puede ser económica o psicológica. Entre todos, podemos conseguir una mejoría en su condición de vida de quienes padecen esta situación.