Opinión

EDITORIAL. La condena del silencio

EDITORIAL. La condena del silencio

Los medios de comunicación somos responsables de testimoniar la realidad de la sociedad. Es nuestra obligación la de estar en todo aquello que suceda y que tenga influencia colectiva, analizarlo, exponerlo, profundizar e intentar ayudar a comprenderlo mejor. 

Los últimos años están siendo, indudablemente, años de sufrimiento para muchas personas. A las sucesivas crisis económicas se unió un momento que marcó un punto de inflexión, con el confinamiento de toda la población en sus casas. Fue en ese momento cuando afloró con más relevancia, cuando tomó el testigo de realidad a la que prestar atención, un fenómeno que a menudo ha pasado inadvertido para los medios de comunicación: la enfermedad mental.

Vivimos en momentos de debilidad para muchas personas. Vivimos rodeados de miedos, producidos por las circunstancias que arrojan las noticias. Todo ello ha hecho que sea preciso que los medios de comunicación hayamos empezado a prestar atención a la salud mental de la sociedad, no sólo como colectivo, sino en la individualidad de cada persona. 

La falta de atención histórica de los medios a estos problemas ha relegado a quienes lo sufren a una posición de olvido, de silencio, de negación. Las personas que sufren estos problemas han tenido, por lo tanto, que enfrentarse a una doble condena: la propia enfermedad y el estigma social. La condena del silencio a la que los medios han sometido a estos pacientes puede que no haya hecho más que dificultar sus procesos, escondiéndolos como si no existieran en un rincón oscuro para la opinión pública.

Es consabido que, de forma tradicional, las escuelas de Periodismo enseñan a sus alumnos que los suicidios no se cuentan nunca. Un código deontológico no escrito que toda la profesión ha seguido a pies juntillas como un credo, bajo la consigna de que dar noticias de suicidios puede provocar un efecto llamada en otros suicidas y generar una reacción en cadena.

Lo cierto es que cada vez más voces se alzan contra esta creencia. En España, el suicidio constituye un grave problema de salud pública. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, en 2018 la tasa de suicidios fue de 7,6/100.000 hab./año, lo que lo convierte en la primera causa de muerte externa, con 3.539 fallecimientos/año.

El Ministerio de Sanidad ha emitido incluso un manual para periodistas sobre cómo tratar el fenómeno del suicido. La responsabilidad es clave a la hora de abordar un asunto que puede hacer que influyamos de forma positiva en la necesidad de información, orientación y autocomprensión que estas personas necesitan.

El reciente caso de Verónica Forqué puso el tema en el centro del debate. Fueron muchas las preguntas que se sucedieron acerca de qué hacemos como sociedad para prevenirlo. Y los medios de comunicación debemos ser piedra angular en este sentido.

Hay otros casos en los que personas famosas han logrado que los temas relativos a la salud mental se aborden de una forma más sencilla, abandonando el estigma y la condena del silencio. Otro caso reciente es el del humorista Ángel Martín (Sé lo que hicisteis), que ha abordado en un libro Por si las voces vuelven sus reflexiones acerca de su problema de esquizofrenia. La forma en la que un humorista es capaz de tratar el asunto y hacerlo llegar a otros pacientes ha sido todo un ejemplo de cómo debemos comportarnos como sociedad.

Es indudable que los graves problemas globales que se suceden en los últimos años han tenido un efecto en la salud mental de la gente, y que los medios de comunicación digitales somos herramientas inmejorables para hacer llegar los mensajes adecuados a las casas de las personas que los padecen.

Por ello, y haciéndolo coincidir con la celebración este lunes del Día Mundial de la Salud Mental, en Horasur inauguramos una nueva sección, El Diván, en la que la psicóloga Lourdes Recalde Brioso irá desgranando distintas piezas con contenido dirigido al centro de estos problemas.

Una sección para arrojar luz en la realidad de muchas personas, pero también para poner en el lugar que le correspondía desde hace tiempo a los medios de comunicación ante este asunto.