Y decía que se iniciaba en ocasiones, en esta época, ya que, muchos chicos, acuden a campamentos fuera de su localidad, y es ahí -repito, en ocasiones-, donde se empiezan con ese acercamiento, dejándoles teléfonos a quienes han considerado son amigos, pero en realidad son pederastas.

Profesionalmente, he tenido ocasiones de comprobar cuanto expongo.

Se trata del fenómeno delictivo del “Child Grooming Online”, o captación sexual de menores por internet. Nuestros menores y adolescentes conforman lo que conocemos como generaciones o nativos digitales, y que desde temprana edad tienen un conocimiento de Internet, dispositivos y redes sociales, superior en muchas ocasiones a sus progenitores, lo que genera en ellos una falsa confianza.

Las fases por las que pasa el adulto delincuente son varias: Selección de la víctima; contacto con el menor; establecimiento de relación de amistad; exploración del riesgo, para finalizar con un encuentro.

Los menores no han de ser confiados, ya que, esa persona adulta les engaña fácilmente, y cuando descubren de qué se trata, no se atreven a contar a sus padres o denunciar por miedo a las consecuencias.

No se trata de un fenómeno aislado, y genera graves repercusiones para los menores: Entre otros, la depresión, conflicto con los padres, trastorno de estrés traumático, e ideas o intentos de autolisis. Este último es una de las consecuencias más graves, y se ha de prestar más atención hacia menores con estos problemas, toda vez que, en muchos casos, el fenómeno suicida en España es consecuencia de haber sido víctimas de delitos de esta clase, en jóvenes y adolescentes.

Mayor atención, en mi opinión por parte de padres y cuidadores para evitar este tipo de problemas que dejarán marcados de por vida a nuestros hijos. Y sin olvidar que los menores, son titulares de Derechos Humanos fundamentales, teniendo la protección no solo nacional, sino internacional conforme a los Convenios firmados por nuestro país en este ámbito.