Opinión

Narcotráfico. Asesinato de dos guardias civiles

Narcotráfico. Asesinato de dos guardias civiles

Hoy, es un día de luto para quien forma parte de la Guardia Civil, y por supuesto de los familiares de los dos asesinados por quienes, manejaban una narcolancha, en el Puerto de Barbate, arrollándoles de forma intencionada, resultando además otro Guardia Civil herido de gravedad, y en estado de coma.

Y ello ocurrió en la tarde de ayer, precisamente el día en que el Ministro del Interior, visitaba el Campo de Gibraltar, donde prometía medios para las Fuerzas de Seguridad, para luchar contra el tráfico de drogas, y que viene haciendo desde hace años, sin que se plasme en nada positivo. Así lo denunciaba días atrás,  la Asociación profesional de Justicia para la Guardia Civil (JUCIL), aludiendo a la “falta de medios para controlar el narcotráfico en Andalucía, y en concreto en la provincia de Cádiz y la violencia que ejercen quienes se dedican a esta ilícita actividad”.

Llama la atención, cómo en el puerto de Barbate, y debido al mal tiempo del día de ayer, se cobijaron varias narcolanchas, con total impunidad, y sin temor a poder ser apresados. Y en el instante en que se aproximó la embarcación de la Guardia Civil, personas presentes en el Puerto, jadeaban a los presuntos traficantes, para que embistieran a la embarcación de la Guardia Civil.

Ello lleva a varias reflexiones:

-Una primera es la seguridad e impunidad de quienes se dedican a esta ilícita actividad, sabiéndose impunes: El cobijarse en puerto cinco narcolanchas, sin ser molestadas por Autoridad alguna, excepto cuando acude la Guardia Civil.

-Existen ciertas localidades cuyos habitantes han hecho del tráfico de drogas, su “modus vivendi”: Dos tardes de vigilancia de Fuerzas de Seguridad, proporciona a jóvenes, más ingresos que trabajando un mes completo en cualquier otro trabajo lícito.

-El escaso apoyo que, reciben las Fuerzas de Seguridad, por parte de las Instituciones que deben velar por ellos; reciben amenazas de las propias familias de narcotraficantes, por hacer un trabajo digno. Falta de apoyo que se observa en los escasísimos medios con los que cuentan, siempre de inferior categoría que los que usan los traficantes

-Estos temas deben ser abordados y examinados con el fin de que puedan ser conocidos. Pero hay políticos que, de manera pública, dicen que mejor no hablar de asuntos relacionados con la droga en una ciudad, porque “manchan” el prestigio de la misma”. Craso error.

-Hoy en día, los que se dedican a la introducción de drogas en nuestro país, son bien vistos en sus respectivas ciudades, formando parte de la sociedad, en vez de estar ocultos; blanqueando el dinero proveniente de este criminal negocio; invierten en restaurantes de gran lujo -por cierto visitado por personas que no deberían hacerlo, cuando se conoce que la instalación proviene del tráfico de drogas-, y en otros negocios lucrativos como lo es, la adquisición de grandes naves, donde ocultan lo que es producto de su actividad.

-Habría que incrementar plantillas en las Fuerzas de Seguridad, y proporcionarles los medios, al menos del mismo nivel  que los que utilizan los traficantes de estupefacientes.

-Personal cualificado para investigar el blanqueo de capitales. Es la base para terminar con este sucio negocio.

-Por supuesto el incremento de penas de prisión: Desde hace años, se bajaron las penas de estos delitos, que causan grave daño a la sociedad; y la penalidad es prácticamente la misma el traficar con 2,5 kilos de hachís que, 1.000 kilos. Nunca alcanzarán los 5 años de prisión, que se pueden reducir en caso de conformidades.

Y ello sin entrar a analizar el tráfico de cocaína por el Puerto de Algeciras, líder el último año en la introducción de esta droga.

Reitero mi pésame y afecto más sincero a los familiares de los fallecidos, con la esperanza de que mejoren los heridos. Y a toda la plantilla de la Guardia Civil que viene padeciendo estos execrables hechos. Y con mi deseo que se les preste más atención a cuanto plantean estos funcionarios, que por cierto, una gran mayoría de ellos no desean su destino en la zona del Estrecho, marchándose en cuanto pueden a otro lugar distinto, al considerar “un castigo” prestar servicios en la zona.