Opinión

La tercera España

La tercera España

Igual que la advocación de nuestra patrona es la Palma, los canarios tienen a la Virgen de la Candelaria y el presidente de Canarias y secretario general de Coalición Canaria, Fernando Clavijo, la ha visitado y en medio de este acto fue interpelado por la presidencia del Congreso.

Fernando Clavijo ha insistido en la conveniencia de que un diputado nacionalista, preferentemente del Partido Nacionalista Vasco, presida el Congreso o en todo caso tenga la vicepresidencia primera de la asamblea legislativa. La incógnita quedará despejada este jueves, todo ello con el máximo suspense, pues se ve que Carles Puigdemont se divierte jugando a ser el Alfred Hitchcock de la política española y quiere alargar la incertidumbre hasta el mismo momento de la votación.

La reflexión hecha por Clavijo en Candelaria es tan interesante como acertada. Dice el presidente que ya está bien de la dicotomía entre la España de los rojos y la España de los azules y que también hay una tercera España: la de los nacionalistas. El argumento es incontestable y ahí están los resultados. Si sumamos los parlamentarios de ERC, Junts, Bildu, PNV, BNG y CC, nos colocamos por encima de los 25 escaños de un total de 370. Casi tantos como la tercera fuerza política en diputados.

Y esos nacionalismos -muy diferentes entre sí-, tienen tanta legitimidad como los parlamentarios de la España mesetaria para decidir sobre la gobernabilidad del país. Evidentemente, nos gustarán más los postulados de unos y de otros, nos repugnarán incluso abiertamente los pasados de este o de aquel, pero nada se puede objetar desde el punto de vista de la valía democrática. Y ellos tienen el mismo derecho a decidir cómo se gobierna el Congreso y también cómo se gobierna el país que un señor de Murcia y una señora de Leganés. En ningún sitio de la Constitución está escrito que este país queda reservado para que manden en él los representantes de Madrid y sus provincias limítrofes.

El problema es que ese discurso no parece que sea aceptado por uno de los dos bloques. Y ahí puede estar equivocándose el PP. La reacción un tanto despectiva de Elías Bendodo al planteamiento de Clavijo revela, además de la estrategia que sigue la dirección nacional del Partido Popular, una cierta alergia a esa realidad nacionalista que no necesariamente hay que ver en clave rupturista. Esa respuesta puede ser determinante para lo que pase este jueves cuando llegue el momento de las votaciones para la presidencia y las vicepresidencias y quizás los populares acaben lamentando su posición maximalista, porque después viene la elección de Presidente.