La familia de Moraíto Chico recoge la Palma de Plata
La familia de Moraíto Chico recoge la Palma de Plata

Honores de plata a Moraíto Chico desde las tablas del Florida

Honores de plata a Moraíto Chico desde las tablas del Florida
La Palma de Plata es una institución dentro del flamenco. Lo es porque fue reconociendo a los últimos grandes genios del cante que quedaban en vida en las últimas décadas. Y lo ha seguido haciendo, porque su camino se ha reconducido en colocar el recuerdo de los grandes que ya no están en el púlpito de las glorias flamencas.

Y el de anoche fue el turno de uno de esos grandes rotundos y unánime, gloria de las seis cuerdas gitanas. La XXXI edición del prestigioso festival entregaba la Palma de Plata a la familia de Manuel Moreno Junquera, 'Moraíto Chico'. Un guitarrista imprescindible para entender el paso del tiempo dentro de este arte bicentenario, ya que sirvió de inapelable eslabón entre las formas tocaoras del pasado y las del presente y el futuro.

Un guitarrista efectivamente moderno, acorde con los tiempos y las corrientes flamencas que le tocó vivir, pero también condensación purísima de las esencias musicales de su cultura y sus raíces. Sobrino del gran Manuel Morao, Moraíto fue desfilando en vida con el ritmo del barrio de Santiago, el compás y el sonido flamenquísimo, y los silencios y la hondura de una guitarra vieja. 

Sus manos fueron el abrigo perfecto para el cante. El toque de acompañamiento más sabroso, medido y transmisor que conoció su tiempo, lo que le llevó a estar al lado de todos en su Jerez natal: Sordera, Paquera, Agujetas... Nadie escaba a las cuerdas de Moraíto, una guitarra que se acabó convirtiendo en la banda sonora de Jerez. Esa banda sonora que lo ha hecho inmortal, y que sigue resonando y reconociéndose en los sonidos de las guitarras jóvenes actuales.

En su presentación en las tablas del Florida, Manuel Martín lo definió a la perfección. "sin ser más que los demás, ninguno fue más que él". Resumen de un guitarrista que no siguió el camino virtuoso y revolucionario de sus contemporáneos, pero que condensó y recreó una música que no sólo gusta a todos, sino que firmó hondo y profundo en la enciclopedia de la cultura gitano andaluza.

La noche se abrió con el cante joven del Campo de Gibraltar. Juanjo de la Orilla y Purili abrieron el telón acompañados de la guitarra de Juan Benjumea. Dos voces diferentes y estandartes ambas de los nuevos capítulos que la comarca escribe en las hojas del flamenco.

El algecireño abrió por siguiriyas, largas y cuajadas de ecos. El linense le siguió después en unas bulerías por soleá dominadas con maestría y acompasadas a la perfección por Benjumea. Fue el preámbulo para el cierre por bulerías, que Juanjo de la Orilla ejecutó con gusto y rebuscándose en la potencia de su eco; y que Purili remataría macerando el cante en el compás hasta rubricar en su baile festero y gitano.

Tras la entrega de la Palma de Plata a los familiares de Moraíto Chico llegó el turno de Luis Moneo. Voz asentada y cante preñado de la tradición jerezana de San Miguel, tiró de oficio y se zambulló en la ortodoxia cantaora por soleá, siguiriyas y tonás.

El fin de fiesta vino con sabor a Jerez. No podía ser otro el cierre de una noche dedicada a Moraíto. Con el sonido por bulerías más jerezano y más inconfundible del barrio de Santiago. Pese a la ausencia de última hora de Diego del Morao, hijo y heredero del toque de Moraíto, su primo Pepe se encargó de capitanear a las seis cuerdas el ritmo para la fiesta por bulerías, que vino de la mano de Enrique el Zambo, Rafael del Zambo y Chanquita. 

Oles al cielo por bulerías en una noche que queda ya para el recuerdo, en la que Moraíto Chico ocupó ya para siempre su balconcito de gloria en la galería de leyendas de la Palma de Plata.

Honores de plata a Moraíto Chico desde las tablas del Florida