Opinión

Yo tengo un sueño

Yo tengo un sueño

Esta semana pasada, entre los actos organizados por nuestro Ayuntamiento -dentro del ciclo de conferencias- los ha iniciado todo un maestro, el señor Pablo Pineda

¡I have a dream!... Así empezaba el malogrado doctor Martin Luther King alguno de sus memorables discursos. Pero de los Estados Unidos prefiero volverme a esta tierra, Los Barrios. Esta semana pasada, entre los actos organizados por nuestro Ayuntamiento -dentro del ciclo de conferencias- los ha iniciado todo un maestro, el señor Pablo Pineda. Una conferencia harto interesante sobre la educación de nuestros hijos y lo complicado que es en estos tiempos. Ésta dada por una persona que a los cinco minutos de escucharle te hace sentir que somos algo más que química y pellejo. Te hace recordar que en esta partida de cartas que se llama vida a algunos le vienen peor dadas, pero que con una pareja de sietes éste ha tenido talento para impresionarnos y hacernos pensar que el género humano todavía tiene mucho que hacer, y todos y todas mucho que decir. Sin exclusión. No daré más detalles sobre la misma, ha quedado demostrado que éstas no son incompatibles con carnavales, tagarninás y otros divertimentos.

Abusando de su amistad, ya les estaba dando el coñazo por whatsapp a mis amigos David, Miguel e Iván; este último me sufre en vivo y en directo porque él sabe de mi alergia natural por la élite política. Al primero, recordándole la letra y la música que escribí en un artículo, hace ya algo de tiempo, sobre las naves-nido y lo necesario que era una (o más) para actividades laborales del -machacado por la crisis- colectivo de personas con discapacidad. Que además podrían implicar a la empresa Acerinox, incluyendo su actividad de bienes o servicios en su cadena de producción (no de subvención). Así como a alguna otra que lleva años trabajando con este sector de población en la provincia de Cádiz. Que todo me parece muy bien, pero que no quiero que nos corra la mano otra población cercana ni que todo pase al baúl de los recuerdos. Esta vez no. A Miguel, además, le recordé que hay una explanada que tiene que ser dedicada a educación (PGOU) y que actualmente sirve para el alivio intestinal de algunos canes. Que a éste que les escribe le viene muy grande ponerse -en singular- en contacto con fundaciones, como  podría ser la de la ONCE y diferentes obras sociales de corporaciones financieras y mercantiles. Pueden contar con mi modesta aportación y seguro que con el trabajo que lleva realizando hace años la asociación de discapacitados La Montera.

Hay que reconocerles a todos la buena disposición demostrada y la complejidad de la actual situación económica. Pero hay que tener un proyecto, ¡ya! (Creo que este adverbio, aquí, se ha sustituido por la frase: `Por buen camino´). Seguro que David, en su calidad de vicepresidente de la Mancomunidad. Miguel, desde el Área de Urbanismo. Sin excluir a Salvador, como diputado provincial, y al que no tengo el gusto de conocer. Creo que deberían tener altura de miras políticas en esto. Dejar aparcadas sus diferencias, rencores personales y los lamentables espectáculos de los que, a veces, somos testigos en los Plenos; y sin honores, glorias banales o partidistas, ni medallas, empezar a molestar a sus jefes supremos, unirse en esta labor y empezar a llamar a algunas puertas, no para pedir, no. Hay que ofrecer un gran proyecto humano que se tiene que desarrollar en Los Barrios, sí o sí.

Hacía mención ex alcalde Alonso Rojas, en su muro de facebook, a dos víctimas colaterales de este colectivo en los despidos masivos de personal del Ayuntamiento. Pues sí es totalmente cierto que el Pisuerga pasa por Valladolid, ahora sólo falta que nos pongamos todos de acuerdo para remar en la misma dirección.

Que soy un ingenuo... ¡por supuesto! A ver si se contagian. A los grandilocuentes discursos, los mítines con un traductor de signos y una persona en silla de ruedas al lado, hay que añadirles proyectos hechos realidad.

Es cierto, Pablo Pineda, hay que hacer la revolución...