Opinión

Jimena de la Frontera

Jimena de la Frontera
A más de ciudadano del mundo y natural de donde mandan el azar y la genética, el hombre es paisano del lugar donde vive, del sitio que le acoge.
Hace más de 45 años, me abrieron los brazos de la amistad allí donde "el castillo truncado, el pueblo vertiéndose en sus olas, el puente que recobra su tallo y lo anilla", según el poema que Jorge Urrutia dedicó a Jimena de la Frontera. 

Jimena es historia desde que la historia existe. A veces historia apagada. Otras, historia trepidante. Los libros hablan de las pinturas antiguas del abrigo Laja Alta, al fondo de la garganta de Gamero, de la población pre-romana y de la que trajo el imperio de los césares, de la dominación visigoda y bizantina, de la aculturación de los pueblos musulmanes. 

A los políticos nos gusta repetir la frase: los pueblos que olvidan su historia, están condenados a repetirla. No siempre es cierto ese pronóstico pero cuando se cumple, solemos estar a un paso del desastre.

Esto que os digo, es parte de unas palabras que escribí como prólogo del primer libro de la colección del Castillo dej Jimena, cuyo autor fue José Regueira Ramos, que hoy releyendo me anima a compartir con vosotros.

La colección del Castillo de Jimena hace posible aspectos notables de la cultura nuestra, cuando la cultura es la mejor educación de la libertad. 

Felicité en su día esta iniciativa  y hoy os ánimo a que adentréis a través de sus páginas en el mayor conocimiento de la historia de nuestros pueblos.
Quiero aprovechar también la ocasión para felicitar la excelente labor que está realizando Ignacio Trillo Huertas, dedicando enormes esfuerzos en la investigación y divulgación de personajes y de la historia local, también la de Andrés Beffa García, que con gran acierto y muy discretamente pondrá pronto a disposición de todos excelentes trabajos.