Opinión

Huelga de transportistas y políticos

Huelga de transportistas y políticos
Convivimos estas últimas dos semanas con una huelga de transportistas, a la que se han sumado otros colectivos, que piden justamente se adopten medidas por parte del Gobierno en sus reivindicaciones, toda vez que, según aquéllos, están trabajando por debajo de los costes que les supone salir a trabajar.

Y todo ello, está provocando el desabastecimiento de parte de los hipermercados y la cesación en la producción de determinadas marcas comerciales, en perjuicio de los ciudadanos que sufrimos las consecuencias de la desidia e incapacidad de los políticos encargados de resolver problemas de gran calado, sin que se vislumbren soluciones. Se tomarán soluciones, pero tarde.

Este episodio, merece unas reflexiones en torno a quienes pertenecen a la clase la política, su ingreso, profesionalización y cómo se trata de conseguir el voto. Y con mi máximo respeto a quienes decidieron dedicarse a esa  actividad, para ocuparse de los asuntos públicos, que por cierto incumbe a todos.

Desde sus inicios, la Política surgió como una dedicación temporal por parte de aquéllos que habían triunfado en una profesión determinada y querían dedicar una parte de su tiempo, al servicio a los demás; todo ello de una forma altruista, sin remuneración alguna. Es lo que, Max Weber lo describe en su libro “La política como vocación”.

En sus primeros pasos, la política y quienes a ella servían, gozaban de cierta respetabilidad, pero con el devenir de los tiempos y las actuaciones de determinadas personas que forman parte de ella, la expresión “político” se han ido gradualmente demonizando. Actualmente, se lucha por obtener el poder, bien para la consecución de unos fines -idealistas o egoístas- o bien para gozar del sentimiento de prestigio que se desea obtener ejerciendo un cargo público.

Cargo público, para el que no se le exige prueba alguna. Todos conocemos que para ejercer una profesión, se piden unos estudios, tener una preparación, exámenes, oposiciones, y estar actualizados en todo momento. En cambio, junto a los magníficos profesionales que han dedicado su vida a la política, hay otro gran número de ellos que carecen de la más mínima preparación, incluso llegan a falsificar títulos y másteres, a fin de demostrar que “están a la altura” del puesto que van a desempeñar.  Y esto en algún momento debe corregirse, ya que se está profesionalizando la política y degradando su concepto.

Y tal como se va apreciando con el paso del tiempo, el Voto no es algo que se gane por méritos, ni por conocimiento de la responsabilidad del cargo político al que se aspira. Se hacen las campañas electorales para convencer a los electores que son la mejor opción, y éstos se fían de las palabras, estilo y físico del candidato, y una vez finalizadas las elecciones, se olvidan de las promesas electorales. “Eso se dijo en campaña electoral”, se responde cuando se le pregunta por algún proyecto prometido y no cumplido. Al incumplidor, no le ocurrirá nada, al no estar penalizado en nuestro país, como sí suele ocurrir en otros.

Finalizo con dos ideas que entiendo deberían ser consideradas: una primera, es la de que todos los que, tienen cargo público electivo, deben tener conciencia de su carácter temporal, no más de ocho años, como ocurre en EE.UU. y otros países de nuestro entorno. Pasado ese tiempo, ya no suelen existir ideales, sino perpetuación en el poder, se vive de la política y sobre todo, la creencia de que, están en los “altares”, por la gracia divina, son perpetuos, en vez de pensar que son representantes temporales de sus conciudadanos; y la segunda, que es necesario que personas que han triunfado en sus respectivas profesiones -empresas privadas, profesionales-, accedan a puestos políticos, aportando ideas respetables para consecución de fines en beneficio de sus compatriotas. Pienso que con ello se volvería a sus inicios en cuanto a la consideración de la política, como algo noble y dedicación en favor de los demás, eliminando el concepto de profesionalización de la política, y volviendo a prestigiarla.

 

Manuel Gutierrez Luna

Magistrado