Opinión

Bloqueo político

Bloqueo político

Cuando iba en apariencia bien encaminado el acuerdo para desbloquear la renovación del Consejo General del Poder Judicial, todo se vino abajo y se vuelve a la posición de salida, que no es otra que cada uno en su trinchera, la Justicia hecha unos zorros y avisando de la anormalidad democrática en que nos hemos instalado.

Si se trata de buscar culpables, habrá que echar mano de aquella expresión que decía  que entre todos la mataron y ella sola se murió. Porque desde el PP aseguran que la culpa es de los socialistas, pues a última hora  se dieron cuenta de que, en paralelo, Pedro Sánchez, tenía negociado con ERC la rebaja de penas por delito de sedición. Mientras, desde el PSOE dicen  que Núñez Feijóo se asustó en el minuto final ante las presiones del ala más a la derecha del PP, esa que lidera Isabel Díaz Ayuso y que tiene como bandera negar toda posibilidad de acuerdo con el Gobierno conformado por socialistas y Podemos.

¿Quién tiene razón? Pues lo dicho anteriormente: todos en parte y ninguno del todo. Lo único claro es que falta sentido de Estado y también escasea cultura democrática, ese es el tema. Esa cultura democrática  que, sobre todo, se exige cuando no hay mayorías absolutas. En esto creo que encontramos la clave del asunto: los partidos mayoritarios siguen teniendo comportamientos propios de cuando este país era cosa de dos, pero con el matiz de que uno tenía los  votos suficientes para hacer lo que le daba la gana. Lo hemos visto, por ejemplo, en la reciente celebración de los 40 años de la victoria socialista el 28 de octubre de 1982, donde parece que muchos añoraban no tanto el protagonismo de Felipe González como los tiempos en que era posible tener 202 diputados en el Congreso, de manera que nadie pudiera toserle al Gobierno.

Los votantes, que son los que atesoran la soberanía popular, han decidido que el panorama parlamentario sea otro y ante eso solo caben dos opciones: asumirlo, por supuesto, porque la legitimidad está al margen de los gustos de cada cual, y actuar en consecuencia. Esto último nos lleva a su vez a tres derivadas: 1) en los asuntos donde se requiere mayoría reforzada, se deben poner de acuerdo los partidos gobernantes si el bloque gobernante no tiene votos suficientes, 2) el bloque opositor puede hacer lo mismo, y 3) se articula una mayoría que cambie la ley que determina esa mayoría reforzada.

Las tres opciones son válidas en democracia y la tercera está sujeta, evidentemente, a cambios cuando se modifiquen las mayorías. Pero seguir en el bloqueo es indefendible e impresentable.