Opinión

Carta a los Reyes Magos

Carta a los Reyes Magos
Comienza la campaña electoral de manera oficial y todos los políticos tienen la solución para devolver todos los males de este mundo a la caja de Pandora. Se pelean por parecer las personas más amables, inteligentes, bondadosas, deportistas o animalistas de toda la ciudad, la que sea

Hasta se esfuerzan para hacer ver a los votantes que son personas normales y cotidianas, que hacen las tareas del hogar y que les gusta comer en nuestros bares y restaurantes. ¡Si hasta habrá que agradecerles que se pongan a nuestra altura y todo, oye!

Ya sé que eso son estrategias elaboradas por los gabinetes de comunicación para enviar el mensaje al pueblo de que ellos son personas iguales que cualquier ciudadano y para hacer ver que también tienen interés en mejorar todo lo que les rodea, aunque en el fondo pueda importarles un pimiento. Pero hombre, un poco de originalidad de vez en cuando no vendría mal.

¿Hay alguien a quien no lo moleste salir de su casa para ir a trabajar o para salir a pasear y ver que cada diez metros de carretera haya carteles con la cara de la misma persona? Hay momentos en los que  me noto tan observado que hasta me siento intimidado por unos trozos de cartón.

Además de tener que lidiar con sus caras día sí, día también, lo peor es escuchar sus ambiciosas mejoras para la región,  o ciudad. Para algunos es como hacerle la carta de los Reyes Magos a los ciudadanos.

Tenía un amigo poeta (Gabriel de Anzur), que decía que los Reyes Magos no paraban en su casa, siempre pasaban  de largo. Aquí pasa igual , luego el regalo vendrá o no vendrá, pero la ilusión está ahí y juega un factor fundamental a la hora de tener más o menos votos. Lo que en este  mi pueblo se denomina como cantos de sirena.

Ahora es cuando viene la duda existencial de todos los que votamos sin aferrarnos a los partidos como si fuésemos hooligans de un equipo de fútbol. ¿En quién confiamos nuestro voto? Me gustaría tener una respuesta clara y contundente para esta cuestión, pero creo que no la hay. Si tienes la suerte de conocer personalmente a alguno de los candidatos y saber cuáles son sus valores reales, lo tendrás más fácil. Pero si no, lo único que nos queda para aferrarnos es su palabra y la sensación de que nos despierte cuando habla. Nunca he sido partidario de no asistir a las urnas, de dejar mi voto en blanco o de abstenerme porque pienso que así estoy dejando que los demás decidan por mi.